Skay Beilinson: El guerrero
Hace mucho, mucho tiempo en un largo viaje, que
duró varios años, un cronista persa fue enviado por el califa de Bagdad y se
vio envuelto en una peligrosa aventura junto a un grupo de rudos vikingos.
Cuenta la historia, que el grupo de guerreros debió
ayudar a un poblado que estuvo siendo atacado por un monstruo, que además se comía
a la gente.
Ibn-Falan, el cronista, escribió todo lo que pasó y
lo que vio durante aquel largo viaje...
Por alguna razón hoy recordé esta vieja historia...
Salvando las distancias reales e imaginarias, el
viernes por la noche en el Captain Blue XL, como cronista circunstancial, me sentí
Ibn-Falan, acompañando una vez más a un guerrero, que con vincha, anteojos, poderosa
guitarra e inconfundible voz, se hacía llamar Skay Beillinson.
Skay, el viejo y gran Skay.
Rápida y demoledora fue la contienda, en la que
este verdadero guerrero del rock, estuvo seguido por una afilada y visualmente
ordenada banda llamada "Los Seguidores de Tláloc”, que le dieron el soporte
necesario y la seguridad sonora para que el gran Skay, hiciera lo que nació
para hacer.
El grito de guerra tempranero, sorprendió a todos y
entre corridas, solo fue necesario verlo en la arena del escenario, con esa
pose tan característica de lucha, para caer en la cuenta que la guerra había
empezado.
"..Hola Córdoba!! Estamos en el camino...”
bastó escuchar de su propia boca, para que una numerosa muchedumbre enfervorizada,
mantuviera en alto las banderas y los brazos, y no dejara nunca ya de alentar a
su guerrero.
Quién Soy, Tal Vez Mañana, El Golem de la Paternal,
Ángeles Caídos, Oda sin Nombre, En el Camino, Flores Secas, entre otras ya
significativas canciones-himnos, pudieron escucharse esa noche, como así
también El Pibe de los Astilleros y Jijiji, recuerdos de viejas luchas con su
anterior tribu ricotera, formaron parte de un repertorio que todavía retumba en
mis oídos.
Y así pasó Skay, dejando una sombra que se iba a
hacer nuevamente carne el día sábado para completar una planificada estrategia
de vuelo inagotable y lucha de dos funciones.
Después de escucharlo, sentirlo y haberlo visto
despedirse con el brazo en alto de la victoria, hoy como hace mucho, mucho
tiempo, puedo escribir como Ibn-Falan, lo que viví en este viaje. Vi a un
verdadero guerrero, lleno de experiencia, regalando sugestivas frases poéticas hechas canciones y
con una voz y un nombre propio, que con cuatro discos a sus espaldas y más de
10 años de fogueo, sigue haciendo su camino y da lucha a quien lo desafíe...
Crónica: Martín Sosa
Fotos: Pablo Cholka
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