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miércoles, abril 29, 2015

Humo del Cairo - Viernes 24/04/2015 - Refugio Guernica - Córdoba


Humo en el Desierto



La primera experiencia de este cronista con Humo del Cairo en directo sucedió en el accidentado Cosquín Rock de este año 2015 (podés encontrar esa crónica acá). Aquella vez, concurrimos con el ánimo de descubrir uno de los más encumbrados exponentes del Stoner Rock, y una de las promesas del rock argentino en general. Esta vez, nos dirigimos hacia el abasto con muchas más certezas.


Ingresamos, una vez más, al recinto de Guernica para el momento en el cual, desde el escenario, ya sonaban poderosamente los acordes de Stone Crosses. Un sonido sucio pero potente para este trío que por momentos parece ser una fusión entre el stoner más recalcitrante con el sonido y la estética de esa cuasi olvidada banda llamada Ugly Kid Joe. Un set compacto, con canciones que no presentaban la habitual longitud de una formación stoner, y que cerró con una grave versión de Hole In the Sky de los padres fundadores, Black Sabbath.

A su continuación se vino el turno de Bardo Guanaco. Nuevamente un trío, nuevamente asociado al sonido y las modalidades del stoner rock, pero en este caso con ingredientes psicodélicos que cambian un poco la ecuación. Las canciones de su extenso set se vieron matizadas por largos pasajes instrumentales (generalmente hacia el final de las mismas), donde los tres músicos daban rienda suelta a todo el dominio de sus respectivos instrumentos, destacando la figura del bajista y cantante, que parecía por momentos entrar en un estado de trance mientras las notas se disparaban desde el diapasón.

Tras una espera no demasiado larga, fue el momento para que Humo del Cairo tomara el escenario. En esta oportunidad, no había ninguna otra excusa que volver a encontrarnos con su música, ya que su último material discográfico (los EPs Preludio 1 e Imaginario 2) ya había sido presentado en su anterior y reciente visita a esta ciudad. Apenas arrancado el show llegan las primeras impresiones. La primera, y más obvia, es que un recital de stoner no es un lugar donde se puedan corear estribillos o surfear multitudes al ritmo del mosh. Es más bien la oportunidad para dejarse llevar por el sonido, por el poder de construir climas que tiene este estilo (por momentos los riffs de Humo del Cairo dan realmente la sensación de un viento cálido del desierto que te azota en la cara), sin abandonar el sonido estridente, pesado y metálico al que somos tan afectos los portadores de remeras negras.

Otra de las impresiones es que al stoner no sólo le alcanza con un formato de apenas 3 integrantes por grupo, sino que es el que más parece favorecerle. De esa manera cada integrante tiene su lugar de brillo propio, generando siempre la suficiente carga sonora para que nada suene "vacío". Esto trae de la mano otras de las conclusiones: Humo del Cairo resalta y se despega un poco de sus congéneres porque al sonido stoner le agrega contundencia en el sonido, y prolijidad en las composiciones.


Pese al protagonismo del cantante y guitarrista Juan Manuel Díaz (a quien, pese a cantar muy bien, se le hace muy difícil entenderle en cada alocución hacia el público), es realmente fundamental el aporte del bajista Gustavo Bianchi. No sólo desde el sonido distorsionado de su bajo que realmente actúa como hilo conductor de las canciones, sino también a partir de su particular histrionismo escénico (algo que ya habíamos presenciado en Cosquín), actuando como arengador constante del público y rompiendo a veces con cierto estatismo al que llevan los densos pasajes instrumentales de la banda. No se queda atrás Federico Castrogiovanni (en realidad sí en la disposición en el escenario, pero no en aporte sonoro). Al ser un trío, la amalgama entre los ritmos impulsados desde la batería con los riffs impulsados por sus compañeros se presenta escencial, y la misma no falla en ningún momento.


Realmente al presenciar esta impresionante y densa avalancha de Stoner, Doom y Fudge (lamentablemente nos faltó poder presenciar el show de Fabricantes, que abrieron la velada), la percepción del tiempo parece perder todo tipo de correlación, como si se tratase de unos relojes salidos de los cuadros de Dalí se tratase. Y así fue entonces como, después de un incalculable tiempo las guitarras dejaron de tronar, las mentes comenzaron a aterrizar, y el Refugio Guernica lentamente empezó a dejar de ser el punto del planeta con más concentración de remeras de Black Sabbath del planeta. Por lo menos, hasta la próxima ocasión.


Crónica: Luis Parodi

Fotos: Raúl Ismael Isa

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martes, abril 14, 2015

O'Connor - Sábado 11 de abril - Refugio Guernica - Córdoba



Se Extraña Araña
 

Largo tiempo había pasado de la última vez que la banda más personal de Claudio O'Connor se subiera a un escenario cordobés. Quizás esa espera pareció aún más amplia debido al, por lo menos aparente, afecto mutuo que existe entre el cantante y el público cordobés. Así fue como el pasado sábado y luego del impasse que significó resucitar a Malón, público y cantor volvieron a verse las caras.



Al llegar al recinto del Abasto ya sonaba desde el escenario la potente propuesta de Seven Sins, la última de las bandas locales encargadas de ir prendiendo el fuego de la noche. Haciendo gala de un sonido no solamente granítico, sino también sorprendentemente claro (para lo que lamentablemente suele suceder muchas veces con las bandas soporte) y de la áspera voz de su cantante, se configuraron como una banda a anotar para seguir en el panorama del heavy cordobés.

Sin que medie demasiado tiempo de espera, La Bestia tomó el escenario. La primera diferencia con anteriores presentaciones es visual: el desaforado estilo escénico y de vestuario de Claudio está rebajado un cambio. La otra diferencia también se ve, pero mucho más se escucha: ya no son uno, sino dos los guitarristas que acompañan el núcleo de la banda que componen el propio O'Connor en las voces, el fundamental Hernán García en bajo (el único otro miembro que está desde el comienzo del grupo y que lleva la batuta en lo musical) y Pablo Naydón en la batería, apuntalando desde atrás no sólo la base, sino también la sección vocal con sus coros.

El show, que se había postergado un día, llegaba con una premonición: O'Connor venía de dar un show maratónico de cerca de 30 canciones, repasando fielmente la discografía de la banda. Sin muchos prolegómenos ni contactos verbales fuera de las canciones, la premisa se fue cumpliendo. Canción a canción, golpe a golpe, se fueron sucediendo las razones por las cuales a muchos todavía nos asombra que la repercusión y la popularidad de esta banda no sea aun mayor. Y eso que, como ya dijimos existe una predilección por el público metalero cordobés que colmó una vez más el Refugio (que, insólitamente, presentaba sus escasos ventiladores apagados, en una nueva noche de verano tardío en la ciudad). 

No tardó en aparecer en la lista el adelanto que hasta ahora se conoce de lo nuevo que se viene de O'Connor. Castigo y Perdón es el nombre del adelanto, y suena como ya estamos acostumbrados de Claudio y compañía, sumando unos aires panterescos en los riffs. Y donde también comienzan a aparecer las posibilidades que puede darle a la banda la incorporación de otra guitarra, cuestión que ya pudimos apreciar en vivo en la fuerza y solidez extra de la que dotaron a los clásicos de la banda; sobre todo en los solos (para los cuales los guitarristas se turnaban, como tratando de mantener un balance).


A esta altura de la carrera y el desarrollo de la banda, pueden darse el gusto de tocar un show de tal extensión sin tener que recurrir a los covers (usualmente clásicos de Hermética) con los que complementaban sus primeros shows. Decimos esto, porque la arrolladora interpretación de Ana No Duerme del Flaco Spinetta es eso, una versión particular que lleva a la canción un poco más allá. No faltaron tampoco esas canciones que elevan el nivel de coreo por parte de la muchachada en un par de decibeles más, y que están parejamente desparramadas por todos los discos: Vida Perra, Caníbal, Rock del Suicida, Sangre Para el Rey, Jungla, Atrapado en la Red, No te Aflijas, y tantas otras más (de las cuales posiblemente cada espectador del recital podría dar una lista distinta).

Obviamente, para el final quedó esa joya del primer disco (y a esta altura, del metal nacional) que es Se Extraña Araña, última ofrenda compartida por banda y público. Después de tanto metal, costará sacarse el zumbido de los oídos. Las canciones, dando vueltas por la cabeza, se quedarán varios días más.


Crónica: Luis Parodi

 

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