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lunes, mayo 30, 2011

Review - Cine - El invierno de los raros

Ensayando para ser completamente raro…

La duda es crucial cuando se trata de ir a ver una película. Uno puede saber de antemano quién la dirigió, quién actúa, cuáles son sus críticas, sus galardones, su productora, quién compuso su banda sonora y “blablablá” pero lo cierto es que la mayoría ODIAMOS que nos cuenten el final de las películas: nos matan la duda, nos formatean la emoción o, como diría Hitchcock, nos cambia el suspenso por la sorpresa.

Con duda entramos, nos atragantamos con alguna golosina, bebemos una gaseosa, experimentamos alguna emoción y al cabo de 90 minutos ya “compramos” esa certeza propia: me gustó, no me gustó, no la entendí (en casos como “Furia de titanes” o  “Un cuento chino” se nos están permitidas las irremplazables vulgaridades).

El otro día, cuando fui a ver “El invierno de los raros”, opera prima de Rodrigo Guerrero, aún con el sabor de los palitos de la selva en mi boca, cuando mi acompañante formuló ésa, “La pregunta” infaltable: “¿te gustó?”. El catalogo de respuestas habituales al ver me quedó chico así que, digna de una portada de revista de peluquería,  esbocé la frase pertinente: “¡NO SE!”.

Dudaba y dudaba… Y esa duda quedó revoloteando en mi cabeza por varios días: no era que no la había entendido, no era que no me gustaba ¿Cómo (carajo) no me iba a gustar?... Tiene absolutamente todo lo que busco en una película, pensaba: una historia con contenido, una excelente dirección de fotografía, una armoniosa, original y meticulosa banda sonora,  actores que calzaban perfecto para una prolija dirección, una cuidadosa puesta en escena y un iluminado montaje, pero, ¿por qué no sabía qué pensar acerca de ella? ¿Por qué seguía carcomiéndome la cabeza? ¿Por qué seguían viniéndome a mi mente sus imágenes,  como si se tratara de una de Godard o de Lars Von Trier? ¿PORQUEE?…

Iba a dejar la duda madurar, quizás en algún momento obtendría mi respuesta  pero la semana siguiente, cuando fui a la Facultad, caí en la sorpresa de que no se hablaba de otra cosa más que de “El invierno de los raros” pero todos, dudosamente, concluían en la misma afirmación: “excelente realización, pero, ¡no sé si me gustó!”.

A la semana siguiente, mis dudas existenciales hicieron de las suyas y “El invierno de los raros” ya era historia en mi lista de preocupaciones mentales pero así como un ex novio que llama por teléfono a las 5 de la mañana (cuando vos ya estás con otro), ese día abrí la puerta del aula (llegando tarde) y ahí estaba, parado en frente de la que fuese su aula tres años atrás, el director de la película. Había ido a nuestro curso a dar una charla acerca del proceso de producción del film, el nuevo plan de fomento de la Provincia para el Cine Cordobés y otras particularidades más (relacionadas sobre todo con la odisea de producir un film en la Provincia). Así que junté coraje, esperé a que la charla terminara y le pregunté: “Rodrigo ¿Quién compuso la música?” El director me dio una tarjeta con el myspace del músico (http://www.clustermusic.com.ar). Lo guardé en mi saco, al lado de mi lista del súper, mi poco coraje y mi frustración dubitacional (si se me permite la expresión).


Esa noche cuando volvía, casi como en una revelación/reanimación lisérgica, recordé una frase del director: la película habla sobre la incertidumbre de los personajes, sobre su vida, sobre su monotonía y sobre cómo, suave y repentinamente, un día sus vidas comienzan a cambiar, casi imperceptiblemente, casi como la vida de esos personajes, casi como la vida en un pueblo, casi como la vida misma, casi como si la incertidumbre nunca se evaporara, casi como si la vida se tratase simplemente de ello…

Algunos dicen que una película que necesita ser explicada o entendida después de haber sido vista está mal realizada, otros tantos opinan que se trata de una pretensión cinematográfica elitista que, como muchas, queda a mitad de camino. Yo simplemente me pregunto qué hubiese sido de La Nouvelle Vague si sus contemporáneos de Cahiers du Cinemà no hubiesen nunca hablado de ella…


Carmenita Scarfone

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domingo, mayo 22, 2011

Cultura Profética – Captain Blue XL – 18/05/2011

Rimas Pa’ Seducir

La fría noche que reinaba el miércoles en Córdoba nos trajo una velada de reggae de la mano de los boricuas de Cultura Profética, esto se realizó en el galpón del Captain Blue XL. Llegaron a estas tierras para presentar su último disco titulado “La Dulzura”, alejándose de su reggae rústico y revolucionario para iniciar una etapa más melódica. Grabado en Playbach Studio en su natal Puerto Rico, se trata de un álbum con 12 temas.
Ingresando al Blue con un marco de gente reducido, ya en el escenario los Nula Malta, banda numerosa en cantidad de jóvenes pero mal acompañado, como suele sucederles a las bandas que recién comienzan, debido a la falta de interés por la mesa de sonido en darle una buena calidad de audio, por ende los acoples y saturaciones fueron varias veces repetidos. Cuando arreglaron este problema sonaron muy bien y se llevaron los aplausos cuando interpretaron “Revolución” tema con mucho power y así se despidieron del escenario.


El receso trajo más gente a un ritmo de temas de Los Cafres que ponían desde la consola de sonido. Alrededor de la medianoche subió Willy Rodríguez (bajo y voz), líder de Cultura Profética con toda su banda, en la que encontramos: tres vientos, dos coristas hermosas, percusión, batería, piano, teclados y dos guitarras.El show comenzó con los temas de reggae melódico “Rimas Pa’ Seducir” y “La Complicidad”, sencillos del ultimo CD. Estalló el publico con “Sube el Humo”, cuasi himno a la legalización de la marihuana. Siguió con “Nadie Se Atreve” jugando con la rima de tema parafraseó irónicamente la vestimenta pop que llevaba.

Acá es cuando se realiza un parate para saludar a la gente y agradecerle el apoyo, presentaron “Del Tope Al Fondo” introducción bien tanguera, a base de una melódica (instrumento de viento que posee un teclado). Volvieron a sonar más canciones sentimentales tales como “Ilegal”, “Un Deseo” y “Amante de Luz”. El bloque se completó con la gente bailando al ritmo del ska con “Baja La Tensión”.
 


Segundo parate, acá es cuando los portorriqueños vuelven con todo con un cover del maestro Bob Marley “Iron, Lion, Zion”; armonía ejemplar entre Boris Bilbraut (Batería, Voz) y las coristas Ilang Ilang Gutiérrez e Kianí Medina. Después de esto prosiguieron con “Ritmo Que Pesa”, “En La Oscuridad”, “Para Estar” y “La Espera”, estos tres últimos del disco “La Dulzura”. Sonó “Verso Terso”, este último dedicado a la música sin sustancia que realizan otros nuevos estilos de moda en estos días. También interactuando con el público en los coros. Para cerrar “Boriken”, canto a su tierra y finalizaron con “Fruto de la Tierra”.


El reggae rústico de los comienzos de la banda sigue sonando con sus 15 años de trayectoria, no son fruto de una moda pasajera, éstos ya tienen un estilo inconfundible. Sus raíces caribeñas hacen que esta banda merezca ser más conocida y que pueda llegar para estas latitudes más seguido para poder disfrutar algo diferente dentro del reggae.

Crónica: Gabriel Montiel
Fotos: Alex Diaz

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miércoles, mayo 18, 2011

Eruca Sativa - Casa Babylon - 14 y 15 de mayo de 2011


¿DONDE ESTARÁ EL CIELO?

Se cree que un domingo es como el corazón leve de una mariposa. Ese día se reserva para recuperarse de tanto no-descanso o tomar aire para vivir en el traje desdichado de una cotidianeidad que comienza en pocas horas. Dios, la familia y el fútbol han hecho reserva de este día: es un día para disfrutar de música barroca, y en el mejor de los casos, de un estupendo Richard Cheese con la última birra de la tarde.

Pero, un anochecer de domingo puede arrojar otras certezas. Como la resistencia de algunos brujos incrédulos que desafiaron la extinción del respiro y le metieron norte al Abasto; claro, en Casa Babylon tocaba Eruca Sativa, y la morosidad palmó: el finde no se terminaba, y había brujos que lo seguían buscando.

Eruca Sativa volvió a Córdoba a mimar a su público y se fue mimado y con el pecho hinchado a seguir dando conciertos por ahí. Andan girando por nuestro mapa, pelando su segundo disco (ES) para quienes quieran pegarle la oreja en vivo y, claro, esgrimir los legítimos y contundentes hits de su primera producción (Carne). La doble fecha de ES en Babylon había comenzado el sábado 14 (con la participación de Tristemente Célebres y Mínimo), mientras que el domingo 15, las bandas que acudieron a la cita fueron Takeo Yama, Águilas (este Power-Trío de Rio IV dará motivo para hablar, en vísperas de su placa debut) y los imbatibles Doble N.
Y cuando hablo de mimos estoy tratando de reflejar la complicidad que ha ido generando esta gran banda entre el público. En poco tiempo, Eruca Sativa ha podido transformar las ricas sendas de sus músicos en una rotunda formación que no cesa de acumular prestigio y calidad. Y esa mutación la demuestran en sus shows.

Ese fue el caso del domingo pasado, cuando salieron al destello de las luces cerca de las 23. De principio a fin, desgarraron en tiras el pellejo de la noche dominguera. De un lado, Lula Bertoldi, clavándole notas a una guitarra que pegaba en la frente con pendencieras invitaciones a la furia. Potencia de una voz que se transformaba, que cambiaba, que terminaba por parecerse a la mordedura de un escorpión. Como Carlitos, cada día canta mejor. En la otra ala, un explosivo núcleo de cuatro cuerdas que manipulaba Brenda Martin en un frenético rito voodoo que nos permitía disfrutar de una bajista que la descose, que machaca, que se encarna en un poderoso cardioestimulador mientras levanta polvo en el escenario. O quizás era su luz propia. Atrás, más arriba, el Gaby Pedernera es mucho más que una máquina de ritmos o un luchador de Kick Boxing rápido y habilidoso: es una locomotora cuyos efectos sonoros y cortes endiablados se oyen desde la aldea vecina, para regocijo de la tribuna y en función de un Power-trío donde la bata es fundamental para definir su estilo.

El cabeza a cabeza jugado con los temas de ambas producciones fue levantando temperatura a la vez que el incuestionable set permitía disfrutar de severas piezas de ferviente delicadeza y excelente composición. Temas que el público conoce y sigue en sus letras. La lírica de ES se coloca entre la necesidad de trascender con la palabra o el gesto poético, y una exploración de señales verdaderas ahora que hemos dirigido nuestros pasos hacia la nada y nos sabemos sentados en un gran vacío. Puntos altos de la noche fueron las presencias de amigos invitados. Titi Rivarola subió para hacer –quizás- lo mejor de la segunda placa: Desátalo y Amor ausente. El líder de Tórax (banda que viene de visitar México y de asimilar mucho tequila, según la propia confesión del notable guitarrista bajo las luces de una noche cada vez más irrefutable) deshojó notas que pincharon con ajugas pequeñísimas nuestra alma, regalándonos sus solos inconfundibles. También hizo su presencia otro miembro de Tórax, Andrés Arias, que colocó las teclas sobre el soporte cual artesano o zapatero de ancestral oficio y con muchísimo talento condensado en sus manos mágicas deleitó a todos, ejecutando algunas piezas de colección de Eruca Sativa.

Noche de euforia que dejó una promesa de amor entre su público cordobés, que esperará fielmente la vuelta. Un delicatessen para exquisitos que sigue viajando a marcar una huella que a esta altura parece intensa, profunda.

Su música siguió fogoneándose de manera autónoma en mi cabeza desde que pisé el puente para dirigirme a buscar un colectivo en la solitaria madrugada de lunes. Cuando miré al cielo, supe que el domingo es un día especial donde la verdad reina en su fragilidad.


Crónica: Luis Funes


Fotos: Pablo Cholka Gautero

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viernes, mayo 13, 2011

The Cult - Vieja Usina - 08/05/2011

CEREMONIA ATEMPORAL:

THE CULT representa todo lo que una banda soñaría poseer: una gran voz que emana actitud, poesía y misticismo, un guitarrista abundante en recursos musicales y creatividad y una base rítmica poderosa, dispuesta a arrasar con todo, y por sobre todas las cosas grandes, pero muy grandes canciones.

A pesar de no tener actualmente contrato discográfico (editan singles o cápsulas en vez de álbumes para abaratar costos), autofinanciarse las giras y no estar en el mejor momento creativo y de convocatoria de su carrera, en una hora y media de show, THE CULT generó un templo sónico, que cautivo a 1000 rockers, de los cuales un 95% con un promedio de edad de 30 años, creció junto a vinilos y cassettes de Dreamtime (1984), Love (1985) y Electric (1987), entre otros.

Una previa olvidable debido a que a pesar de la buena praxis musical de los locales Black Dog (tributo a Zeppelin) y Hammer (mítico grupo de crossover de los 90´s), el sonido asignado fue pésimo. Minutos después de las 22, la calavera blanca con fondo negro (extraída de la tapa del primer nuevo single del 2010, EMAWIAS) anunciaba que intro étnico musical mediante, daría comienzo el show. Un set bastante cargado de canciones poco frecuentes (esas que les encantan a los melómanos y fanáticos), matizado con algunos (pero pocos) grandes clásicos y material de sus dos más recientes singles (EMAWIAS y New Blood, Deep Cuts). 

Fue muy grato encontrarme con viejos veteranos rockers, entre ellos, mi profesor de locución y amigo, Mario Luna (Mario Moon como le digo yo con cariño), alma mater de los eventos trascendentales para la historia del rock nacional Chateau y La Falda Rock. Fue una auténtica ceremonia atemporal, donde el ayer imperceptiblemente se fusionaba con el hoy, de la mano de himnos colectivos, conjurados por el chaman Astbury. Por esto, los miembros fundacionales de THE CULT se merecen un capítulo aparte.

Ian Astbury: con un look de motorista fugitivo de la ley, muy cercano al de Jim Morrison en sus últimos años de vida (pelo largo, esta vez ondulado, barba, lentes y bandana roja, con jeans, remera y campera negra, ocultando un prominente abdomen). Mantuvo el set con su voz sonando impecable, descargando todo su caudal. Era notable que estaba en un buen día, y se la paso riendo, hablando en mal castellano, de los indios, su cabellera y su nueva incursión cinematográfica (A Prelude To Ruins, corto debut de su autoría, que se proyecto en una breve pausa del show). Recibió obsequios del público (remeras y un chaleco de cuero que le agrado mucho) y devolviendo en parte la gratitud autografiando a un fan en pleno show el booklet de un CD.


Billy Duffy: este gentleman de las 6 cuerdas inicio el set muy enojado con su stage manager debido a problemas de sonido. A partir del tercer tema, por suerte la situación se revirtió y comenzó a lucir su estilo guitarrístico mancuniano inconfundible (Billy le enseñó a tocar otro gran violero, como lo es Johnny Marr de The Smiths). Con una soltura envidiable hacía gemir a su legendaria guitarra blanca Gretsch, brillando en hits tan variados como Nirvana, Sweet Soul Sister y She Sells Sanctuary. Sumamente prolijo y contundente en su ejecución, hizo parecer al aporte del guitarrista rítmico Mike Dimkitch prácticamente innecesario.

John Tempesta (ex Testament, White & Rob Zombie) es brutal tras los parches dándole un groove sin igual al grupo, así como Chris Wyse (esa especie de hermano no reconocido del baterista de Foo Fighters, que previamente hizo colaboraciones con Jerry Cantrell y Ozzy) que con un perfil bajo presento y detono a la usina con las notas de Dirty Little Rockstar de Born into This (2008). Mike Dimkitch de ascendencia serbia, es el componente del grupo mas oculto. Si bien viene tocando con el grupo como guitarrista de apoyo en vivo desde 1993,  no es miembro estable, siendo sus raíces musicales los New York Dolls y Sex Pistols.

Una sensación muy extraña del show fue que nadie hacia pogo, estando la gente parada como público japonés (excepto para los clásicos hits de Electric, que causaron un tsunami carnal), mirando atónitos a Astbury y Duffy, como si fueran un holograma que se presentaba desde el más allá.

Aquí va el setlist comentado de este evento que quedara tatuado en la retina de los espectadores por mucho tiempo.

Everyman and Woman Is A Star (primer single perteneciente a Capsule I, cuyas siglas con EMAWIAS).

Rain (hitazo de Love).

Horse Nation (gema de Dreamtime (1984)).

Sweet Soul Sister (un tema que en los 90´s movilizaba estadios repletos de gente).

White (de Ceremonia (1990) inspirado en una película de Robert Redford).

Saints Are Down (excelente interpretación muy oscura del disco homónimo del 94).

Dirty Little Rockstar (primer corte de difusión de Born into This (2008) con el bajo de Wyse al palo).

Nirvana (una de las canciones mejor tocadas por Billy Duffy en todo el show, con esa melodía hipnótica!).

Phoenix (otro hit de Love, bah ese disco es todo un hit).

Embers (primer corte de New Blood, Deep Cuts (Capsule II)).

War (demoledor tema de apertura de Beyond Good and Evil, con un sonido aplastante).

Go West (otro hit retro de Dreamtime).

Wild Flower (en esta instancia la masa, abandono su status de observadores, convirtiéndose en parte de una avalancha humana, saltando y coreando al unísono).

Until The Light Takes Us (segundo corte de New Blood, Deep Cuts (Capsule II) manteniendo la línea del disco de 1994).

She Sells Sanctuary (la canción más deseada y cantada de la noche, sin palabras).

Love Removal Machine (pogo infernal y un Astbury llegando a las nubes).

Rise (el mejor riff de The Cult de toda su historia, detonando todo, absolutamente todo!!!).

Spiritwalker (la tercera y última de Dreamtime, un lujo).

Break On Through (inmortal cover de The Doors, en el cual Ian, recordó lo que fue haber hecho más 100 shows con The Doors, ocupando el inigualable lugar de Morrison. Una versión muy original y distendida).

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miércoles, mayo 11, 2011

Tano Romano - 20 años de Ácido Argentino - Captain Blue XL - 07/05/2011

Una verdadera fiesta metalera se vivio el sábado a la noche en Captain Blue XL, en el marco de la presentación del "Tano" Antonio Romano, en la parada cordobesa de la gira donde se encuentra festejando los 20 años de la edición de Ácido Argentino, aquel clásico disco, piedra angular del heavy-trash nacional editado en el año 91 por el sello Radio Tripoli. Más allá de la conmemoración por la redondez de la fecha, el mismo Tano expresó en alguna oportunidad que es Ácido el disco elegido porque, por un lado, es el que para él cuenta con las mejores canciones del repertorio de Hermética, y por otra parte, porque fue el disco que cimentó de una vez y para siempre el mito de la H como la banda más grande e influyente de la historia del metal pesado nacional, lugar del que seguramente será muy difícil desplazarla en los años venideros, así como en estos más de 15 años desde su disolución su mítica figura no ha hecho más que agigantarse. En la fecha también se anunciaba la grabación de un futuro DVD de los 25 años de trayectoria del Tano demostrando que es, sin duda, uno de los grandes referentes del género de la Argentina. Justamente, su visita se esperaba desde el año pasado, pero la gira donde celebraba (también con una formación All-Star del heavy nacional) el cuarto de siglo de su permanencia junto al metal no tocó la ciudad de Córdoba, a lo mejor por la falta de agallas de los productores locales para jugarse por un tipo y un género que tienen la lealtad incondicional de sus seguidores.

La noche contó con la presencia de tres bandas soportes, como lo fueron Eterna Agonía y Tres de Copas (en este caso banda de carácter instrumental). La primera de las bandas estaba tan para atrás como este cronista al momento de verla, así que lamentablemente su nombre no quedó registrado para la posterioridad. La larga espera por el número principal sólo podía ser mitigada con una cosa: cerveza. Parece que lo mismo pensaron los organizadores, que la pusieron a un precio más que elevado y que obligó a los asistentes al recital a quedarse o con su garganta o con sus bolsillos secos.

El Tano no se considera a sí mismo como un violero virtuoso, según sus propias palabras, lo que habla de la humildad que posee este guitarrista. Casi podría decirse que es un laburante de la guitarra, y tal vez por eso es una figura tan querida en la escena, y por eso también justamente las letras y el espíritu de Hermética parecen resonar más fuerte en su figura, dándole de esa manera el absoluto derecho de ser el encargado de seguir con su legado. La banda sonó de lujo. Apuntalando y acompañando al Tano estuvieron Eddie Walker en bajo, Pablo Henstch en batería y Juan Soto se hizo cargo de la voz. En cuanto a la lista de temas, además de tocar en forma completa Ácido Argentino, el disco cuyo aniversario servía de excusa para volverse a encontrar con el público local, el Tano y su banda tocaron canciones de toda su extensa trayectoria como guitarrista, destacando entre ellas los clásicos de Malón para la alegría de las huestes.

Gil Trabajador, Atravesando Todo Límite, Del Camionero, Evitando el Ablande fueron algunos de los puntos más altos del show del Tano, para el delirio de toda la gente que se llegó hasta el Captain y se fueron más que conformes con el altísimo recital de heavy-thrash que presenciaron.

Crónica: Nahuel Trevini

Fotos: La Web

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lunes, mayo 02, 2011

Jauría - Refugio Guernica - 29 - 04 - 2011

Ojos de Perro

Parecía como a propósito. No sólo coincidió el día del debut de Jauría en Córdoba con el Día del Animal, sino que se dio la noche en la cual el otoño cordobés se decidió a empezar a mostrar sus garras.


Casi en horario de matiné, sin bandas soporte y luego de un cambio del lugar previsto a uno mucho más reducido pero acogedor, el que se supone -por nombres- vendría a ser el nuevo supergrupo del rock argentino, tuvo un arranque mucho más humilde y acorde a las aspiraciones actuales de los músicos. Y luego de que cayera el telón que cubría y ocultaba el escenario, una tras una cayeron también las dudas e incertidumbres que rondaban este segundo debut cordobés de Jauría (si tenemos en cuenta su participación en el Cosquín Rock)

La primera duda que se despeja, es que Jauría, al menos en vivo, es una banda de punk rock. Teniendo integrantes que proceden de bandas con puntos en común pero esencialmente diferentes, uno podía especular con una mezcla de estilos, una especie de promedio de la tradición que arrastraran sus integrantes, pero es notable (por lo menos en esta primera etapa de la banda) que el influjo de Pertusi, su frontman, es definitivo para el sonido y la lírica de la banda.

Sucede algo con los temas de Jauría que también solía suceder con los discos de Attaque. Las canciones cobran una dimensión totalmente diferente al ser tocadas en vivo, transformándose en más vibrantes y sentidas de lo que suena en el disco, que por varios pasajes puede resultar incluso insulso y anodino. Casi podría decirse, entonces, que el concepto de la banda tarmina de cerrarse cuando el público se suma a esa jauría que proclama el título y, con sus voces, empujan a los temas a un nuevo nivel de intensidad.

Otra de las incertidumbres pasaba por saber cómo reaccionarían músicos que supieron tocar ante multitudes al más bien escaso público que se dio cita el viernes en Refugio Guernica. Y la respuesta fue también casi inmediata. Tanto Ciro como sus compañeros (Ray Fajardo, ex El Otro Yo; Pichu Serniotti, ex Cabezones y Mauro Ambesi, ex De Romanticistas Shaolins) se vieron totalmente a gusto con el marco del recital, como si el "reseteo" al cual sometieron a sus carreras hubiese tenido justamente la intención de volver a cero, de disfrutar nuevamente de esos instantes iniciáticos de una banda, donde cada nuevo paso es valorado como una pequeña victoria en un largo camino. Lo dejó bien en claro el mismo Ciro desde la letra de Ascenso, el segundo tema de la noche: "amo este momento, comienzo de nuevo". Como es sabido, toda banda que recién comienza su carrera discográfica y que tiene sólo los temas de su primer placa para mostrar, tiene que recurrir a los covers para completar lo que suele ser la duración promedio de un show de rock. En ese sentido entonces, la duda pasaba por qué lectura haría Ciro de su pasado en Attaque 77, cuestión que fue develándose con el correr de los temas. Empezó a recorrer los temas de su anterior banda desde un notable perfil bajo, con Caballito de Hierro como tercer tema del set, de alguna manera intentando despegarse de la parte más hitera de la banda, cuestión que alcanzó bien cerca del final con el inoxidable clásico Donde las Águilas se Atreven, habiendo levantado de a poco la intensidad con sucesivas versiones de Áspero, Onírico y Canción Inútil, entre otras.

El también inoxidable Pertusi (sorprende su estampa de veinteañero perenne a sus 43, a lo mejor la remera de Dragon Ball Z con la que salió a tocar guarda algún secreto de la juventud eterna) sigue reivindicando desde sus letras cuestiones que entiende irrenunciables -justamente muchas veces se acusó a Attaque de componer con el diario en la mano-. Es así como a través de las canciones (o del diálogo con el público) Jauría levanta la bandera de los pueblos originarios, del ateísmo, de luchadoras anarquistas, también del esfuerzo por combatir el abandono animal a partir de la colaboración con la ONG Patitas de Perro; siendo así coherentes con la constante referencia perruna que Ciro mantiene presente en toda su carrera y que hace que nos convenza de que, si la reencarnación existe, Ciro vuelve peludo, en cuatro patas y a los ladridos. Párrafo aparte para la valoración del inquebrantable luchador Agustín Tosco, para la cual la banda salió al momento de los bises vestidos con el mameluco azul que inmortalizara el sindicalista, dispuestos a interpretar la canción que lleva su nombre mientras su imagen contemplaba, igual de inclaudicable que siempre, desde la pantalla lateral. "Si no saben quién es, búsquenlo en San Google" dijo Ciro, justo en la tierra que vio nacer y luchar al incorruptible caudillo. Luego del cierre, con el tema que define al combo como despedida (obvio, el tema se llama La Jauría), fueron más las certezas que nos llevamos que las dudas con las que llegamos.


Una buena banda para ver en vivo, que se encarga de reivindicar cuestiones que por lo menos alguien debe seguir llevando en alto, y con mucho espacio para crecer por delante, siempre y cuando en el futuro sean capaces de integrar los talentos y las perspectivas del resto de sus integrantes, y de esa manera poder ser menos Attaque 77 y mucho más Jauría.

Crónica: Luis Parodi
Fotos: Pablo Gaute Cholka

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