Díganle Licenciado


“Odiame”, “El mar, el cielo y tú”, rancheras como “Ánimas, que no amanezca” o la cumbia “El solitario (Diario de un borracho)”, fueron mechados, sin descanso, con canciones de su carrera solista: “Big Bang”, “Y al Final”, “Sacame de Aquí”, “De todo el mundo” y el sentido “Infinito”, cantado por miles de voces apasionadas. Pero el momento más emotivo de la noche, fue cuando le puso su inconfundible voz a la profunda poesía de Atahualpa Yupanqui en la
canción “El cielo está dentro de mi” que 2500almas escucharon en respetuoso silencio.
Sin escala, en el Orfeo se pasaba de un clima de bodegón y triste borrachera a momentos de euforia pura, en los cuales Enrique, agachado en un rincón del escenario, se entregaba a un mar de fréneticas manos femeninas desesperadas por tocar a su ídolo, al rock star. Aun sin su boa roja y sus pantalones ajustados de cuero, Enrique jugó con la seducción demostrando que no sólo es un excelente músico, sino también un perfecto showman.

Díganle Licenciado.
Crónica: Soledad Graffigna
Fotos: Pablo Cholka Gautero
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