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sábado, octubre 13, 2012

Letra Muerta. De Cezary Novek y Guillermo Bawden.




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               Tengo poco espacio para escribir, intentaré ser conciso. Mi nombre es Rodrigo Merlo, estoy en una casa en las afueras de Capilla del Monte, cercana al dique Los Alazanes junto a 7 personas más. Todas ellas sobrevivientes de la locura que se desató en el centro de la ciudad, hace ya 10 días. Los siete escapamos en la vieja camioneta Ford de Don Julio, dueño de la casa donde ahora nos refugiamos. Tenemos un generador de energía, pero poco combustible. Hace cuatro días la electricidad se cortó provocando incendios en la ciudad (que todavía ardan me hace pensar en que no podemos esperar ayuda de rescatistas o policía). Lo último que vimos por televisión era demasiado inverosímil para ser cierto. Un diario, que rescatamos del almacén hace una semana, tiene un titulo improbable.
            Tenemos algunas ventajas aquí. Una notebook en la que seguimos las paginas y blogs aún activos (nos conectamos todos los días de 15:30 a 16) y que Don Julio sea colombófilo. Adjunto instrucciones para que, si tenemos suerte, puedas o puedan devolver este mensaje sin mayor inconveniente. Saludos a quien sea que lea esto.
            Rodrigo y Los 7.

2
               Hola Rodrigo. Soy Claudio Ledesma. Estamos en Villa del Totoral. Éramos doce cuando nos sorprendió el desastre mientras realizábamos una encuesta política. Hoy somos seis personas y una perra de tamaño mediano. Los que terminamos temprano ese día nos encontramos con Armando- el conductor de la traffic- y pudimos escapar a tiempo. Estamos refugiados en una casa de campo que en apariencia fue abandonada por sus dueños hace poco. No disponemos de una notebook, pero intentaremos conectarnos a la red desde el blackberry de Armando en el mismo horario que ustedes (si conseguimos señal, cosa que veo difícil).
            Les recomiendo adoptar algún perro. Pueden ser útiles. Maika nos salvó la vida en dos ocasiones antes que encontráramos esta casa. Te avisa cuándo hay peligro bajando las orejas y gimiendo una advertencia. Costó convencer a algunos, pero ya es parte del equipo.
            El calor y el olor compiten en ferocidad. Hay una buena reserva en la casa: un sótano con chacinados, quesos y vino; un galpón lleno de grano, harina y latas al por mayor. También hay una huerta y un aljibe con agua potable. No hay rastros de animales, como si los hubieran soltado.
            La batería de la traffic está muerta, no creo que nos movamos de acá por una semana, al menos. Armando está intentando arreglar el grupo electrógeno. Hay un tanque de cemento lleno de combustible.
            No tuve acceso a ningún diario y hace años que no veo televisión, pero pienso que los titulares improbables que mencionaste se quedaron tímidos ¿Tienen idea de qué puede haber causado esto?
            En lo que estamos todos de acuerdo es que no es buena idea acudir a la ciudad. Si acá todo parece un infierno, no me quiero imaginar en qué se habrán convertido las poblaciones más grandes. Una chanchada.
            Hace trece días que no vemos otra gente que no sea nosotros mismos. Hay algunos roces. Armar un perímetro nos mantiene ocupados casi todo el día. Cuando terminemos, no sé.
            Espero que mi letra se entienda, la achiqué para poder escribir más.
            Saludos a vos y a los siete.
            Claudio

3
Claudio:

   Nos alegra muchísimo haber hecho contacto. Estos días han sido movidos. Intentaré contártelos: Como te comente somos 8, Don Julio Argañaraz, dueño de la casita donde estamos y Doña Clara, su mujer; Miri, que es docente de 25 años, Abel, abogado de Córdoba con su mujer Silvia y su hijo adolescente Walter; Daniel (quien acaba de revelarnos que es policía) y yo. No hemos hecho perímetros de defensa ni cosa parecida, por tu carta parece que ustedes saben algo más que nosotros. El incendio del que te comenté se apaciguó gracias a una formidable lluvia que cae hace más de dos días. Ayer intentamos salir y buscar a Mario, hijo de Don Julio que vive a unos 300 metros de acá. Fuimos tres: Abel, Don Julio y yo. A mitad de camino vimos a una mujer gordísima caminar como perdida, Don Julio la llamo por su nombre (Ofelia, creo) sin que ella se inmutara o nos prestara atención. Abel le arrojó una piedra para enojo de Don Julio. Yo creo que fue instinto porque la imagen despertaba un terror profundo, un deseo de salir de ahí de inmediato. Don Julio se acercó a la señora y ella intentó atacarlo, quiso morderlo, Don Julio cayó y Abel la pateó en el estómago, debo reconocer que yo estaba absolutamente estupefacto, estático y no pude ayudar a ninguno de los dos. Abel cayó al darle la patada y la mujer lo mordió en el antebrazo derecho. Lo soltó cuando Don Julio le dio con un palo en la nuca y la hizo tambalear y caer. Volvimos a la casa para atender a Abel y no hemos salido de nuevo.

P.D.: No hemos podido conectarnos a internet. POR FAVOR, necesitamos saber algo de lo que pasa. Esta noche volveremos a ver como está la señora e intentaremos llegar a lo de Mario.


http://letramuerta-cba.blogspot.com.ar

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