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martes, noviembre 13, 2012

Zambayonny - Refugio Guernica - Córdoba, Argentina - 09/11/2012


Un paseo por el lado bizarro


Fueron varias las sorpresas que nos llevamos el pasado viernes a la noche, llegando a Guernica para presenciar por primera vez (en nuestro caso) el show de Zambayonny, esa especie de trovador procaz y enunciador de varias verdades, que arranca -como mínimo- una sonrisa frase de por medio con sus ocurrencias.

Acostumbrado a los shows rockeros de ese recinto tantas veces visitado, lo primero que llamó la atención fue la ausencia de los habituales cuerpos que pululan cerca de la entrada, esperando el comienzo del show. Viendo ese panorama apuramos el ingreso para llevarnos la segunda sorpresa de la noche: el show ya había comenzado (y esto lo admitimos con la frente bien alta, eh), contradiciendo aquel dogma recitalero que dice que los conciertos comienzan 1 o hasta 2 horas después de lo anunciado. A lo mejor este signo de puntualidad es un signo de cambio de los tiempos, o quizás una señal de la idiosincrasia de este recital diferente.

La sorpresa siguiente llegó una vez acomodados: Zambayonny no estaba solo, como acostumbramos a verlo en mil videos de Youtube, o a escucharlo en sus canciones. Esta vez, se presentó con una sólida backing band que le puso un pulso un tanto más rockero a sus composiciones. Una vez asimilado todo esto, llegó la siguiente novedad que nos sacó del contexto acostumbrado: por primera vez en un show en Guernica (por lo menos de los que yo presencié) no había ni una -pero ni una eh, porque me encargué de contarlas- remera rockera entre la audiencia del lugar. En un momento casi pido un pellizcazo para asegurarme de que estaba en el lugar correcto. Pero considerando los contenidos de las letras que estaban sonando, lo pensé dos veces y finalmente desistí, y me dediqué a lo que había ido: presenciar (y por qué no) disfrutar del show.

Ahí nomás fue cuando sobrevinieron otros hallazgos, que no llegaron a ser sorpresas porque ya teníamos algunos indicios de ello: la gran habilidad de Zambayonny no sólo para la rima guaranga y graciosa, sino también la facilidad para hilvanar estribillos de melodías irresistibles y que empujan al coreo masivo (ejemplo más claro: El Último Peaje, oda rutera a la musa Araceli). También puede llegar a sorprender al desprevenido la capacidad vocal de Zamba, con un gran caudal de voz y capaz de llegar -y sostener- a notas generalmente inalcanzables para la mayoría de los mortales.

Yendo concretamente al desarrollo del show en sí, el mismo comenzó con el cantante en compañía de su banda -Bomvivant, compuesta por guitarra, bajo y batería- para luego interpretar un segmento en su formato clásico, solo con su voz y guitarra acústica. La banda volvió a tomar el escenario para interpretar un eléctrico funky de su repertorio, y luego de su descansito el Zamba (como lo llama su público), volvió para la parte final y más agitadora del show.

Acá es cuando llega otra de las sorpresas -quizá la final- de la noche. La mera escena de un grupo de rugbiers de chomba cantando emocionados, al límite de sus gargantas, un estribillo que reza "pero no pude dejar la paja", o poguear sacados al ritmo de "volviste muy, muy puta de Gesell" sin lugar a dudas se constituyó en la imagen descolocada del fin de semana. Es de destacar que uno, esperando más bien un grupo de curiosos, se encontró con una legión de fieles seguidores, que se sabían las letras de pe a pa, incluso mejor que el propio Zambayonny.

Así fue como a la prematura hora de la 1 de la noche, ya encaramos el regreso a casa, con una sonrisa en los labios, comentando las frases más ocurrentes, y con un manojo de imágenes un tanto contradictorias en la cabeza.


Crónica: Luis Parodi

Fotos: Matías Vercelli

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