En estos días de flashes informativos al instante, impera
la velocidad de las palabras, que de tan rápido que se dirigen hacia sus
destinos de certeza son fugaces. Luego, son reemplazadas por un silencio
abrumador y finalmente, son olvidadas. Y luego llegan otras, con el mismo
trajín, y las envuelve el mismo plan, la misma condena del destierro. También
pasa con algunas canciones, los figurines de la tevé y la ropa de colores.
Eso sí, quizás esto se deba a que -a veces- queremos inventarlo
y nombrarlo todo y de manera veloz, tan veloz como este mundo que nos lleva por
delante. Nos dejamos atropellar por la urgencia de decir y de mostrar, aun
cuando todavía nuestras sensaciones o las necesidades del cuore no tengan ese
color maduro que distingue a una fruta a punto de morder.
Pero, aprecio detener el tiempo. Atrapar el instante,
como eructa Baudelaire. Y dejar que la contingencia y la accidentalidad dejen
lugar a las huellas de lo que pasó hace un mes en la primera edición del Jesús
María Rock. Recuperar en la memoria del alma aquellas dos jornadas es un
desafío intenso y también, un ejercicio al que me fui acostumbrando. El Festival
pasó muy rápido: en un par de días estuvieron bandas de alta popularidad,
excelentes formaciones locales y un grito que retumbó en todos lados y, como es
usual, fue retransmitido de manera tal que pueda ser una noticia vendible.
“¡Vivan
los caballos salvajes, la concha de su madre!” fue el grito que resonó la primera noche, hacia el final
de la actuación de la mejor banda del JMR, Catupecu Machu. Cuando Fernando Ruiz
Díaz, de modo iracundo, dijo esas palabras (y otras, que fueron expresiones quizás
equivocadas), no pude menos que coincidir con él. Había metido el dedo en la
llaga, y eso incomoda. Quizás por eso, los medios de comunicación se hicieron
eco rápidamente y sin chequear la información, describieron una inexistente
desaprobación del público. ¿Cosa e’mandinga? No, solo fue una respuesta a las
necesidades de este tiempo: noticia que atrae, olvido del hecho artístico,
anuncio de la próxima estación.
Cada lechón en su teta es el modo de mamar
La memoria comienza a desovillar los instantes y, sin
dudas, lo primero que se destaca es la actuación de esta gran banda argentina
de una identidad particular. Las canciones de Catupecu Machu son potentes en su
poesía, devastadoras por su energía e infernales cuando suenan en vivo. Una
banda que fui deshojando despacio desde que la escuché por primera vez,
atrapándola como a una mariposa, en puntas de pie. Además, el terremoto de CM
se prolongó cuando invitaron a la gente de Kapanga y La Vela Puerca a compartir
una versión anarca-fiestera de Blitzkrieg
Bop, de los Ramones. Impresionante momento que no he podido olvidar. En
este momento pienso que el ejercicio va saliendo solo: todo pasa rápido, pero
estas huellas no se borran tan fácilmente.
Cuesta más trabajo recordar una marca en nuestro pecho cuando
se empieza a analizar lo que dejaron las demás bandas. Aquellas con peso
propio. No porque las actuaciones hayan decepcionado, sino porque más allá que
sonaron ajustadas, solo hicieron lo de siempre. Las Pelotas sin Sokol es una
banda sin desbordes: una máquina bilardista que arremete cada vez menos con su
historia legendaria, dejando lugar a una estela de éxitos, que fueron coreadas
con fervor por una multitud con muchos adolescentes, y una buena cantidad de
familias. Una que sepamos todos. Como
La Vela y Kapanga la primera noche, y Estelares y Las Pastillas, el domingo. Para
esos miles, no habrá olvido, aunque estas palabras si serán olvidadas.
De todas maneras, sigo. Mi memoria hurga y solo encuentra
miles de bocas cantando cada letra. Aun así, lo que golpetea sobre el mate recurrentemente
es la actuación de Catupecu: lo menos efímero del Festival. Lo indomable. ¿Les
deseó la muerte a los jinetes? Excelente noticia miserable. Aunque la novedad
verdaderamente significativa es que hizo trizas el slogan del Festival: Domá
el Rock.
Las otras bellas sensaciones del evento que vienen a mi amanecida
cabeza fueron -sin dudas- las bandas de Córdoba. Fuera de Focko, Géminis, Pink
Wasted, 3 de Copas y Satori. Excelente y muy variada grilla, que incluyó el Ska
Two Tone de Invasores Serranos, la vigencia de una gran banda de Malagueño que
pega en la jeta, Eterna Agonía, la potencia de Anima Terra y una banda que cada
día crece más, La Madre del Borrego.
Párrafo aparte para lo que no puede ser borrado por el
paso del tiempo*: impresionante set de Lucila Cueva el domingo. Con una daga al
frente, Marian Pellegrino, interpela al público, arengándolo para que sea
protagonista, pisando un escenario -bellísimo para tocar y escuchar rock- con un frenesí que
disloca, con una entrega que invita a más. Salvaje. Indomable. Otra vez el peso
de las palabras. Otra vez, la trabajosa labor de encontrar palabras que pueda
domar. Pero, claro, las palabras que pretendemos creación humana, a veces son
salvajes. Como el rock.
Porque el rock, como el caballo, será salvaje, o no será
nada.
Crónica: Luis Funes.
Fotos: Melisa Santa Cruz
(*) insisto en la sabiduría del tiempo porque estoy viendo
un video en You Tube de un concierto de Zeppelin en el Royal Albert Hall del
setenta: no puedo dejar de pensar en la monotonía embriagante de Baudelaire
cuando disfruto de los solos de Page y The Bonzo.
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martes, noviembre 05, 2013
Bulldog - Sábado 2/11/2013 - Refugio Guernica - Córdoba, Argentina
El sábado pasado, por la noche, nos dispusimos a cronicar
una nueva visita de Bulldog a Córdoba. Ojo, que este “nueva” no confunda
repetición con aburrimiento, o incluso desgaste. Aunque las visitas de Bulldog
a Córdoba son ya casi religiosas (mínimo una vez por año, haya o no material
para presentar, y algunos años más de una vez), no dejan de tener un soplo de
frescura, de reencuentro con un público donde, a la vez que pueden verse muchas
caras repetidas, también se encuentran aquellas caras ilusionadas, cantando a
viva voz los temas que escuchó una y otra vez desde los auriculares en el
colectivo, mientras miraba el paisaje pasar por la ventana.
A rigor de verdad, esta visita de Bulldog sí tuvo una
excusa, y ella era nada menos que la presentación oficial de Ciudad Deseo,
nuevo disco de la banda rosarina editado en Julio de este año. Bulldog es una
banda prolífica, dentro de lo que puede considerarse el medio nacional.
Acostumbra a tener un nuevo lanzamiento cada 1 o a lo sumo 2 años, pero en esta
ocasión venían de tener un impasse de 4 años sin canciones nuevas, aprovechando
los 20 años de la banda para reeditar material, tanto en estudio como en vivo.
Es por ello que Ciudad Deseo era un disco muy esperado por los punk-rockers
seguidores de la banda.
Este trabajo apunta a seguir una línea conceptual, enmarcada
por las vivencias de cualquier persona en nuestro país, con dosis equilibradas
de crítica social, y esperanza para poder, al menos, seguir vivo entre la
vorágine. En realidad, se trata de un eje conceptual muchas veces referido por
la banda, con particular hincapié en su discografía desde Circo Calesita a esta
parte.
El show comenzó temprano, con los también rosarinos de
Superavit pisando por primera vez suelo cordobés para mostrar lo suyo. Más
tarde, los locales de Más Mentiras y Fondo Blanco fueron calentando la noche (y
bancando el escaso público que suele adornar las previas de bandas principales)
con sendas dosis de punk rock que tuvieron dos ejes en común: la participación
de invitados, los cuales una vez terminada su participación volvían a ocupar su
lugar como uno más del público (como para dejar una vez más en claro esa idea
primigenia del Punk, la horizontalidad entre músico y público, en cualquier
momento podés ser uno u el otro). La otra coincidencia fue la recurrencia de
acertados covers que supieron agitar las hasta ese momento tranquilas huestes.
Cerca de las 3 de la madrugada fue el turno de Bulldog y,
como era de esperarse, su setlist fue mechando las canciones de Ciudad Deseo
con el resto de clásicos de su discografía. Y este es otro punto que se
desprende de la prolificidad del grupo es el hecho de ir generando, disco a
disco, nuevos clásicos que pasan a integrar la lista de infaltables en cada
recital. Si bien, y como suele pasar en la mayoría de las bandas de punk
argento, suelen ser los clásicos más viejos los más celebrados, es notorio cómo
con el paso del tiempo tienen que ir cediendo su lugar por otras nuevas gemas
que el paso de los discos ha sabido cosechar.
Y hablando de la frescura a la que nos referíamos al
comienzo de la nota, la misma se aportó en gran parte desde el escenario. Los
muchachos parecían estar distendidos, con muy buena onda y con muchas ganas de
tocar. Entre las anécdotas pueden contarse la dedicatoria de un tema por parte
de Wily, el guitarrista, para el abuelo de uno de los pibes del público que le
había contado su historia particular; y el periplo de la gorra de nuestro
reportero gráfico que, entusiasmado por la efervescencia del pogo, se mandó al
mismo sin importar las consecuencias. Fue así que la gorra pasó de su cabeza,
al suelo, a la cabeza de Mantu, el cantante de los Bulldog (que al poco tiempo
decidió que no hacía juego con su chaleco repleto de tachas), revoleada al
costado de la batería para, durante el final del show y mientras sonaban
todavía los últimos acordes de Piu Avanti, volver a las manos de nuestro
fotógrafo, quien hizo así valer esa célebre estrofa de “no te des por vencido
ni aún vencido”.
Y así fue como llegó el final, volviendo a casa tarareando
el estribillo de la canción que se haya quedado con nuestra memoria, y con la
promesa del eterno retorno…
Somos El Sotano Rock. A lo mejor ya nos conocés, escuchaste alguno de nuestros programas, nos escuchaste nombrar por ahí o fuiste a alguno de los eventos que organizamos. Somos básicamente un medio independiente, algo que comenzó primero como idea y que fue tomando forma a través de una radio en Internet, y que ahora empieza a buscar nuevas maneras de expresarse. Esto que tenés ante tus ojos es la próxima manera que elegimos para hacerte llegar lo que está pasando a nivel música en Córdoba, un adelanto de lo que será la cobertura a nivel gráfico de los eventos que estén dando vuelta por la ciudad, una idea más para complementar lo que ya te ofrecemos como radio. Si ya nos conocías, más o menos sabés de lo que se trata. Si no, te invitamos, este es el mundo de El Sotano Rock
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