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martes, noviembre 05, 2013

Bulldog - Sábado 2/11/2013 - Refugio Guernica - Córdoba, Argentina




El sábado pasado, por la noche, nos dispusimos a cronicar una nueva visita de Bulldog a Córdoba. Ojo, que este “nueva” no confunda repetición con aburrimiento, o incluso desgaste. Aunque las visitas de Bulldog a Córdoba son ya casi religiosas (mínimo una vez por año, haya o no material para presentar, y algunos años más de una vez), no dejan de tener un soplo de frescura, de reencuentro con un público donde, a la vez que pueden verse muchas caras repetidas, también se encuentran aquellas caras ilusionadas, cantando a viva voz los temas que escuchó una y otra vez desde los auriculares en el colectivo, mientras miraba el paisaje pasar por la ventana.

A rigor de verdad, esta visita de Bulldog sí tuvo una excusa, y ella era nada menos que la presentación oficial de Ciudad Deseo, nuevo disco de la banda rosarina editado en Julio de este año. Bulldog es una banda prolífica, dentro de lo que puede considerarse el medio nacional. Acostumbra a tener un nuevo lanzamiento cada 1 o a lo sumo 2 años, pero en esta ocasión venían de tener un impasse de 4 años sin canciones nuevas, aprovechando los 20 años de la banda para reeditar material, tanto en estudio como en vivo. Es por ello que Ciudad Deseo era un disco muy esperado por los punk-rockers seguidores de la banda.
Este trabajo apunta a seguir una línea conceptual, enmarcada por las vivencias de cualquier persona en nuestro país, con dosis equilibradas de crítica social, y esperanza para poder, al menos, seguir vivo entre la vorágine. En realidad, se trata de un eje conceptual muchas veces referido por la banda, con particular hincapié en su discografía desde Circo Calesita a esta parte.

El show comenzó temprano, con los también rosarinos de Superavit pisando por primera vez suelo cordobés para mostrar lo suyo. Más tarde, los locales de Más Mentiras y Fondo Blanco fueron calentando la noche (y bancando el escaso público que suele adornar las previas de bandas principales) con sendas dosis de punk rock que tuvieron dos ejes en común: la participación de invitados, los cuales una vez terminada su participación volvían a ocupar su lugar como uno más del público (como para dejar una vez más en claro esa idea primigenia del Punk, la horizontalidad entre músico y público, en cualquier momento podés ser uno u el otro). La otra coincidencia fue la recurrencia de acertados covers que supieron agitar las hasta ese momento tranquilas huestes.

Cerca de las 3 de la madrugada fue el turno de Bulldog y, como era de esperarse, su setlist fue mechando las canciones de Ciudad Deseo con el resto de clásicos de su discografía. Y este es otro punto que se desprende de la prolificidad del grupo es el hecho de ir generando, disco a disco, nuevos clásicos que pasan a integrar la lista de infaltables en cada recital. Si bien, y como suele pasar en la mayoría de las bandas de punk argento, suelen ser los clásicos más viejos los más celebrados, es notorio cómo con el paso del tiempo tienen que ir cediendo su lugar por otras nuevas gemas que el paso de los discos ha sabido cosechar.

Y hablando de la frescura a la que nos referíamos al comienzo de la nota, la misma se aportó en gran parte desde el escenario. Los muchachos parecían estar distendidos, con muy buena onda y con muchas ganas de tocar. Entre las anécdotas pueden contarse la dedicatoria de un tema por parte de Wily, el guitarrista, para el abuelo de uno de los pibes del público que le había contado su historia particular; y el periplo de la gorra de nuestro reportero gráfico que, entusiasmado por la efervescencia del pogo, se mandó al mismo sin importar las consecuencias. Fue así que la gorra pasó de su cabeza, al suelo, a la cabeza de Mantu, el cantante de los Bulldog (que al poco tiempo decidió que no hacía juego con su chaleco repleto de tachas), revoleada al costado de la batería para, durante el final del show y mientras sonaban todavía los últimos acordes de Piu Avanti, volver a las manos de nuestro fotógrafo, quien hizo así valer esa célebre estrofa de “no te des por vencido ni aún vencido”.

Y así fue como llegó el final, volviendo a casa tarareando el estribillo de la canción que se haya quedado con nuestra memoria, y con la promesa del eterno retorno…


Crónica: Luis Parodi

Fotos: Raúl Ismael Isa

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