Facebook: facebook.com/elsotanorock
e-mail: radio@elsotanorock.com.ar

viernes, octubre 21, 2011

Deep Purple - Orfeo Superdomo - Córdoba - 18/10/2011





Viejo es el viento, y sigue soplando...


Muchas veces nos preguntamos, al ver bandas como los Rolling Stones, AC/DC o Aerosmith, cuál es el límite de edad en el que una persona puede seguir siendo una estrella de rock sin caer en el patetismo. En la anterior visita anterior de Deep Purple a tierras cordobesas, pareció vislumbrarse una temprana fecha de vencimiento para estos héroes del hard rock, fundamentalmente para su cantante Ian Gillan, quien además de la pinta de abuelo dominguero que ya portaba, dejó escuchar una ronquera y una endeblez notable en su voz. A partir de ahí, se multiplicaron los comentarios de “este viejo no puede cantar más” y similares, y creció también la expectativa y la incertidumbre cuando se anunció una nueva visita de la banda a Córdoba.

Casi de más está decir que las dudas quedaron inmediatamente despejadas luego de los primeros acordes de Highway Star, el legendario tema que los crecidos muchachos eligieron para abrir su show en el Orfeo, y Gillan apareció desde la austera escenografía (apenas un telón de fondo con una imagen del Partenón y el logo de la banda) para comenzar a hacer vibrar al público presente durante alrededor de 1 hora y media de repaso por los clásicos que hicieron a Purple un gigante de todos los tiempos en materia de Rock and Roll. De todas maneras, cabe aclarar que el volumen de los instrumentos por momentos parecía estar demasiado al frente con respecto a la voz del experimentado frontman, quizás en un intento por cuidar sus cualidades vocales (recordemos que es una larga gira y que pese que se la banca, tampoco debe estar para deshilacharse la garganta en cada noche), o también por tapar cualquier bache o imperfección que pudiera surgir de su interpretación

Ya que hablamos de los instrumentistas, es sabido que este apartado ha sido siempre un punto alto dentro de la esencia de Deep Purple. Ya no están Ritchie Blackmore y Jon Lord, los encargados de aquellas épicas batallas instrumentales, a pura técnica entre guitarra y teclado, pero sus reemplazantes han demostrado ser más que aptos para ocupar ese lugar. Presentados por Gillan como el “aviador” Steve Morse y el “increíble” Don Airey, ambos tuvieron el acostumbrado lugar para su lucimiento personal, esos pasajes donde los spots se centran sobre su figura para que desplieguen todo su arsenal, animándose incluso a incluir pasajes de otros artistas en medio de esa avalancha de notas, como el fraseo de Sweet Child O Mine que sacó a relucir Morse, o la intro de Mr. Crowley y el ya acostumbrado pasaje de Adiós Nonino que Airey ejecutó desde su interminable marea de teclas. Un escalón más abajo en virtuosismo, pero más arriba en onda y presencia escénica estuvo el inoxidable Roger Glover al bajo, con su inconfundible pañuelo en la cabeza y permitiéndose también un breve espacio para el lucimiento personal, mientras que el “nono” Ian Paice apuntalaba toda la maquinaria sentado tranquilamente en su batería, casi como un jubilado rockero que saca la reposera a la vereda para ver a la gente pasar, pero con un terrible sentido del ritmo que, aunque austero en movimientos grandilocuentes, sonaba como una patada en el pecho cada vez que se lo propuso.

De todas maneras, la primera sorpresa al ingresar al Orfeo fue encontrar la pista totalmente cubierta por butacas, seguramente orientado a que el público de la banda sería de una franja de edad similar a los que estaban arriba del escenario. Y si bien en cierta parte fue así, la verdad es que los imperecederos clásicos de Purple posibilitaron la concurrencia desde señores de 60 para arriba con sueter al hombro, hasta chicos de 11/12 años, seguramente haciendo sus primeras armas en esto de ver una banda de nivel internacional en vivo. Entre estos extremos, gente de una gran diversidad de edades se llegó hasta el recinto, llamando bastante la atención que las ubicaciones que estuvieron colmadas fueron las de las habituales plateas con las que cuenta el estadio, mientras que las butacas ubicadas en el campo estuvieron en un poco más de 2 tercios de su capacidad. 

 
La mayoría de la gente disfrutó, sentada o parada en el lugar, hasta el momento del universal Smoke On The Water, que generó la explosión de la gente que se levantó y corrió para hacerse partícipe en el lugar disponible frente al escenario, situación que siguió de la misma manera tras el poco creíble amague de final de recital y la avalancha de clásicos que sobrevinieron después, terminando a toda máquina con Black Night, tema que pareció a pedir de boca del público argentino, tan adepto a corear los riffs de guitarra como si fuesen himnos. Obviamente, no iban a dejar pasar la oportunidad de hacerlo con uno de los verdaderos himnos de esta leyenda, que una vez más, escribió un nuevo renglón de su historia en Córdoba.

Crónica: Loco Parodi

Fotos: La web

0 comentarios: