Vivencias del Cosquín Rock 2015 - Día 2 (que debía ser el 3)
La inagotable cantidad de lluvia caída el día domingo
en la provincia de Córdoba tuvo varias y nefastas consecuencias. Muchas de
ellas fueron de público conocimiento y demorarán mucho tiempo en sanarse.
Dentro de las otras, menos obvias, estuvo una impresionante explosión
demográfica en la zona de Punilla. Así como las graves consecuencias de las
Sierras Chicas tienen su explicación en el desmonte indiscriminado, la
repentina populación de la zona de Santa María tiene su causa en la (ante nuestra
óptica, acertada) postergación de la segunda fecha del Cosquín Rock.
Es así como, muchas de las personas que, por ejemplo,
procedían de otros puntos más distantes de nuestro país (e incluso países
limítrofes) que contaban con la jornada libre del martes para regresar a sus
puntos de procedencia, o simplemente para descansar antes de volver a su rutina
diaria, eligieron hacer uso de la posibilidad de utilizar sus tickets
correspondientes al domingo para ingresar a la función del lunes (en lugar de
la correspondiente reprogramación del martes).
De esa manera, ya desde muchos kilómetros antes de
llegar al predio se podía apreciar que la marea humana sería mucho más numerosa
que la que presenció los shows del sábado. No sólo las rutas y caminos
mostraban una presencia mayor de personas y vehículos (que, como es de
esperarse, redundó en mayores demoras a la hora de llegar), sino también los puestos
de comida, la cantidad de bebidas despachadas crecía en abundancia. Ni que
hablar cuando finalmente estuvimos dentro del predio: la cantidad de gente que
no solamente estaba frente a los escenarios, sino la que transitaba entre
ellos, o disfrutaba de las otras atracciones parecía ser incluso casi 4 veces
mayor a la vista dos días atrás.
Otra de las consecuencias inmediatas de la suspensión
de la segunda fecha fue la reprogramación de la banda que se esperaba cerrara
esa fecha (y única banda internacional de toda la grilla, aunque ya
prácticamente sean locales): Molotov. Desafortunadamente, esta reprogramación
se efectuó de manera tal que los mexicanos pasaron de encabezar la fecha del
domingo, a estar programados para las 6 de la tarde de este lunes. Si a esto le
sumamos las ya citadas demoras por la cantidad de gente que se dirigía al mismo
lugar, y el hecho de que es enormemente más conveniente alimentarse y sacarse
la sed en los puestos exteriores que en los leoninos precios de los puestos
oficiales del predio, nos dimos con que al llegar al escenario principal la
actuación ya estaba comenzada hace rato. De cualquier manera, nos dispusimos a
disfrutar la parte del show que sí pudimos presenciar.
Sabido es que Molotov no se caracteriza precisamente
por ser lo que llamaríamos “un relojito” en sus actuaciones en vivo.
Posiblemente a esto contribuya el hecho de ser una de las pocas bandas en
componer su formación con dos bajos y una guitarra, y no a la inversa como
suele suceder (de hecho, la otra única banda que conocí con ese tipo de
formación eran justamente otros mexicanos, Resorte). ¿A qué voy con esto? A un
volumen como el necesario para sonar fuerte al aire libre en plena sierra, el
exceso de frecuencias graves corre el riesgo de convertirse en la consabida
bola. De todas formas, también sabemos que éste nunca fue el fuerte de la banda
integrada por Tito, Paco, Randy y Micky. El fuerte está en las conocidas
canciones, en los estribillos que a la vez de gancheros, son terriblemente
contundentes, invitadores a un pogo en el que no se puede parar de corear. La
banda tuvo dos excusas para presentarse en el festival. La primera, la presentación
de Agua Maldita, su último disco hasta la fecha, donde recuperan un poco de la
mística de años anteriores. El otro, la grabación de un DVD en vivo de su
actuación, cuestión que realmente ignoramos si se llevó a cabo, dado la
imposibilidad de actuar de noche y de esa manera aprovechar a pleno el
potencial de las luces y pantallas del escenario principal. Se retiraron con el
consabido ritual de invitar a un desfile de bellezas femeninas al escenario
para la interpretación de Rastamandita, y así dejarnos la sensación de que,
pese a algunas barbas canas y otras cabelleras en retroceso, siguen siendo los
mismos 4 muchachos jocosos llegados desde el DF hace más de 15 años.
Luego de esa actuación, nos encaminamos hacia el
escenario temático, que ese día presentaba la actuación de los grupos de metal,
previo paso por la carpa donde Roberto Pettinato estaba ya finalizando su
presentación en formato stand-up. Lo que más inmediatamente nos llamó la
atención y que siguió marcando la pauta de la cantidad de gente fue el estado
de dicha carpa circense: en el mismo lugar donde cómodamente habíamos
presenciado el show de Carca, la gente se agolpaba por montones. La carpa
estaba completamente estallada, llena hasta las manos por dentro, ambas
entradas también colmadas de gente, e incluso se había amontonado gente
alrededor, a la cual no le quedó otra que literalmente arremangar los costados
de la carpa, con tal de poder al menos divisar la plateada cabellera del
saxofonista devenido en conductor y humorista.
Seguimos el camino y llegamos a nuestro destino, el
escenario alternativo donde Lethal prodigaba sus últimos acordes. No hubo que
esperar mucho tiempo para que Horcas se hiciera cargo de las tablas. La banda,
apoyada en el habitual carisma del ¿ex? Gordo Meza, ofreció un ajustado set,
que a esa altura nos ayudó a confirmar que (como suele pasar) este escenario
alternativo contaba con un sonido más definido que el escenario principal.
Entre tema y tema, las habituales humoradas de su líder, para cerrar a toda
orquesta con el ya clásico Esperanza.
Breve impasse que es aprovechado para recargar
nuestros “eco-vasos”, que son vaciados con igual celeridad. Llega el turno de
Carajo sobre el mismo escenario. Una actuación que generaba cierta expectativa,
por un lado porque según mi óptica Carajo fue varias veces ninguneado en
anteriores ediciones del festival, donde eran enviados a tocar en horarios
tempranos de la tarde, algo que no correspondía con la envergadura de la banda,
y con la trascendencia de la misma. Por otro lado, porque sabemos de la
potencia y al mismo tiempo, la claridad de este trío que ya se encuentra a esta
altura en un momento de total consolidación. Y este power trío (vocablo
repetido pero pocas veces más acertado) no defraudó. Nos entregó una recorrida,
si se quiere, por el costado más áspero de su discografía, dejando entrar algunos
de sus temas más radiables como Luna Herida o Joder, pero dejando de lado
varios clásicos que otrora fueran considerados “infaltables”. Quizás por estas
canciones que faltaron, quizás por más ganas de seguir escuchando su poderoso
sonido, los ajustados coros y los demoledores pasajes instrumentales, el final
de su show nos dejó “manija” a varios que esperábamos seguir disfrutando de su
show.
Pero ya era tiempo del debut de esa especie de
seleccionado metalero latinoamericano que es De La Tierra. La banda, conformada
hace algún tiempo por Andrés Gimenez, Flavio Cianciarulo, Andreas Kisser y Alex
González (sí, el baterista de Maná), llegaba para presentar su homónimo y hasta
ahora único disco. Esa sensación de “banda internacional” se vivió desde el
principio, no sólo por la categoría de sus integrantes, sino por el despliegue
pirotécnico del que hicieron gala (chorros de chispas al borde del escenario, y
bolas de fuego al costado de la batería), algo ausente no sólo en el resto de
los shows del escenario, sino también en el resto del festival. El grupo
desandó prácticamente la totalidad de las canciones de su disco debut,
rellenando la presentación con una sorpresiva y potente versión del clásico de
Mano Negra, Sr. Matanza, capitaneada por quien posee más experiencia en los
ritmos “alterlatinos”, el Sr. Flavio Cianciarulo, a la vez que Kisser se hizo cargo
de las voces en el tema que representa a Sepultura: Polícia. Quienes imaginamos
una posible reunión con Corvata y el Niño para regalarnos alguna versión de
ANIMAL, nos quedamos con las ganas.
Casi sin que nos diéramos cuenta, los minutos
siguieron pasando y fue así como Almafuerte hizo su aparición como número
central de esta seguidilla metalera. Es tal el arrastre que tiene sobre el
público, que uno imagina que difícilmente este escenario que respira heavy
podría tener lugar sin la presencia de la banda del inefable Ricardo Iorio. Así
como el escenario posiblemente no podría existir sin Almafuerte, la banda no
podría existir sin la presencia del gran Claudio “Tano” Marciello. Más allá del
innegable carisma de su líder, su guitarra se convierte en el armazón que da
sentido a la estructura sonora de la banda, con un Iorio que, para que negarlo,
cada vez tiene sus posibilidades vocales más mermadas, y dos compañeros de
banda que no están a la altura del brillo que el Tano entrega desde su
guitarra. Como banda central, tuvieron el tiempo necesario para complementar
temas de su último álbum Trillando La Fina, con clásicos como El Visitante,
Convide Rutero, o el mismo tema del cual la banda toma su nombre. Con un Iorio con
una tonada notablemente campesina, y bastante más contenido que en otras
oportunidades (llegó a expresar que se callaba varias verdades porque estaba en
un festival con otros colegas, y no en un recital propio), aunque permitiéndose
alguna que otra humorada, el set transcurrió a puro pogo y coreo (¿hay manera
de corear una canción de Almafuerte sin intentar imitar el inigualable estilo
de su líder?), hasta encontrar el final con la gran A Vos Amigo.
Como si fuera un giro del destino, cerca de este final
se dio el encuentro con amigos, compañeros de ruta de otros recitales, y nos
encaminamos lentamente hacia la salida, deteniéndonos un instante para
contemplar el final del set de Ciro y Los Persas. Después, fue el momento de
compartir anécdotas bien regadas, y encarar el agotador regreso. El martes
sería otro día lleno de rock, el cual relataremos en la próxima y última
crónica.
Cronista: Luis Parodi
Fotos: Facebook oficial Almafuerte (https://www.facebook.com/AlmafuerteOficial)
Facebook oficial Carajo (https://www.facebook.com/carajoband)
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