Jauría - Refugio Guernica - 29 - 04 - 2011
Ojos de Perro
Parecía como a propósito. No sólo coincidió el día del debut de Jauría en Córdoba con el Día del Animal, sino que se dio la noche en la cual el otoño cordobés se decidió a empezar a mostrar sus garras.
Casi en horario de matiné, sin bandas soporte y luego de un cambio del lugar previsto a uno mucho más reducido pero acogedor, el que se supone -por nombres- vendría a ser el nuevo supergrupo del rock argentino, tuvo un arranque mucho más humilde y acorde a las aspiraciones actuales de los músicos. Y luego de que cayera el telón que cubría y ocultaba el escenario, una tras una cayeron también las dudas e incertidumbres que rondaban este segundo debut cordobés de Jauría (si tenemos en cuenta su participación en el Cosquín Rock)
La primera duda que se despeja, es que Jauría, al menos en vivo, es una banda de punk rock. Teniendo integrantes que proceden de bandas con puntos en común pero esencialmente diferentes, uno podía especular con una mezcla de estilos, una especie de promedio de la tradición que arrastraran sus integrantes, pero es notable (por lo menos en esta primera etapa de la banda) que el influjo de Pertusi, su frontman, es definitivo para el sonido y la lírica de la banda.
Casi en horario de matiné, sin bandas soporte y luego de un cambio del lugar previsto a uno mucho más reducido pero acogedor, el que se supone -por nombres- vendría a ser el nuevo supergrupo del rock argentino, tuvo un arranque mucho más humilde y acorde a las aspiraciones actuales de los músicos. Y luego de que cayera el telón que cubría y ocultaba el escenario, una tras una cayeron también las dudas e incertidumbres que rondaban este segundo debut cordobés de Jauría (si tenemos en cuenta su participación en el Cosquín Rock)
La primera duda que se despeja, es que Jauría, al menos en vivo, es una banda de punk rock. Teniendo integrantes que proceden de bandas con puntos en común pero esencialmente diferentes, uno podía especular con una mezcla de estilos, una especie de promedio de la tradición que arrastraran sus integrantes, pero es notable (por lo menos en esta primera etapa de la banda) que el influjo de Pertusi, su frontman, es definitivo para el sonido y la lírica de la banda.
Sucede algo con los temas de Jauría que también solía suceder con los discos de Attaque. Las canciones cobran una dimensión totalmente diferente al ser tocadas en vivo, transformándose en más vibrantes y sentidas de lo que suena en el disco, que por varios pasajes puede resultar incluso insulso y anodino. Casi podría decirse, entonces, que el concepto de la banda tarmina de cerrarse cuando el público se suma a esa jauría que proclama el título y, con sus voces, empujan a los temas a un nuevo nivel de intensidad.
Otra de las incertidumbres pasaba por saber cómo reaccionarían músicos que supieron tocar ante multitudes al más bien escaso público que se dio cita el viernes en Refugio Guernica. Y la respuesta fue también casi inmediata. Tanto Ciro como sus compañeros (Ray Fajardo, ex El Otro Yo; Pichu Serniotti, ex Cabezones y Mauro Ambesi, ex De Romanticistas Shaolins) se vieron totalmente a gusto con el marco del recital, como si el "reseteo" al cual sometieron a sus carreras hubiese tenido justamente la intención de volver a cero, de disfrutar nuevamente de esos instantes iniciáticos de una banda, donde cada nuevo paso es valorado como una pequeña victoria en un largo camino. Lo dejó bien en claro el mismo Ciro desde la letra de Ascenso, el segundo tema de la noche: "amo este momento, comienzo de nuevo". Como es sabido, toda banda que recién comienza su carrera discográfica y que tiene sólo los temas de su primer placa para mostrar, tiene que recurrir a los covers para completar lo que suele ser la duración promedio de un show de rock. En ese sentido entonces, la duda pasaba por qué lectura haría Ciro de su pasado en Attaque 77, cuestión que fue develándose con el correr de los temas. Empezó a recorrer los temas de su anterior banda desde un notable perfil bajo, con Caballito de Hierro como tercer tema del set, de alguna manera intentando despegarse de la parte más hitera de la banda, cuestión que alcanzó bien cerca del final con el inoxidable clásico Donde las Águilas se Atreven, habiendo levantado de a poco la intensidad con sucesivas versiones de Áspero, Onírico y Canción Inútil, entre otras.
El también inoxidable Pertusi (sorprende su estampa de veinteañero perenne a sus 43, a lo mejor la remera de Dragon Ball Z con la que salió a tocar guarda algún secreto de la juventud eterna) sigue reivindicando desde sus letras cuestiones que entiende irrenunciables -justamente muchas veces se acusó a Attaque de componer con el diario en la mano-. Es así como a través de las canciones (o del diálogo con el público) Jauría levanta la bandera de los pueblos originarios, del ateísmo, de luchadoras anarquistas, también del esfuerzo por combatir el abandono animal a partir de la colaboración con la ONG Patitas de Perro; siendo así coherentes con la constante referencia perruna que Ciro mantiene presente en toda su carrera y que hace que nos convenza de que, si la reencarnación existe, Ciro vuelve peludo, en cuatro patas y a los ladridos. Párrafo aparte para la valoración del inquebrantable luchador Agustín Tosco, para la cual la banda salió al momento de los bises vestidos con el mameluco azul que inmortalizara el sindicalista, dispuestos a interpretar la canción que lleva su nombre mientras su imagen contemplaba, igual de inclaudicable que siempre, desde la pantalla lateral. "Si no saben quién es, búsquenlo en San Google" dijo Ciro, justo en la tierra que vio nacer y luchar al incorruptible caudillo. Luego del cierre, con el tema que define al combo como despedida (obvio, el tema se llama La Jauría), fueron más las certezas que nos llevamos que las dudas con las que llegamos.
Una buena banda para ver en vivo, que se encarga de reivindicar cuestiones que por lo menos alguien debe seguir llevando en alto, y con mucho espacio para crecer por delante, siempre y cuando en el futuro sean capaces de integrar los talentos y las perspectivas del resto de sus integrantes, y de esa manera poder ser menos Attaque 77 y mucho más Jauría.
Otra de las incertidumbres pasaba por saber cómo reaccionarían músicos que supieron tocar ante multitudes al más bien escaso público que se dio cita el viernes en Refugio Guernica. Y la respuesta fue también casi inmediata. Tanto Ciro como sus compañeros (Ray Fajardo, ex El Otro Yo; Pichu Serniotti, ex Cabezones y Mauro Ambesi, ex De Romanticistas Shaolins) se vieron totalmente a gusto con el marco del recital, como si el "reseteo" al cual sometieron a sus carreras hubiese tenido justamente la intención de volver a cero, de disfrutar nuevamente de esos instantes iniciáticos de una banda, donde cada nuevo paso es valorado como una pequeña victoria en un largo camino. Lo dejó bien en claro el mismo Ciro desde la letra de Ascenso, el segundo tema de la noche: "amo este momento, comienzo de nuevo". Como es sabido, toda banda que recién comienza su carrera discográfica y que tiene sólo los temas de su primer placa para mostrar, tiene que recurrir a los covers para completar lo que suele ser la duración promedio de un show de rock. En ese sentido entonces, la duda pasaba por qué lectura haría Ciro de su pasado en Attaque 77, cuestión que fue develándose con el correr de los temas. Empezó a recorrer los temas de su anterior banda desde un notable perfil bajo, con Caballito de Hierro como tercer tema del set, de alguna manera intentando despegarse de la parte más hitera de la banda, cuestión que alcanzó bien cerca del final con el inoxidable clásico Donde las Águilas se Atreven, habiendo levantado de a poco la intensidad con sucesivas versiones de Áspero, Onírico y Canción Inútil, entre otras.
El también inoxidable Pertusi (sorprende su estampa de veinteañero perenne a sus 43, a lo mejor la remera de Dragon Ball Z con la que salió a tocar guarda algún secreto de la juventud eterna) sigue reivindicando desde sus letras cuestiones que entiende irrenunciables -justamente muchas veces se acusó a Attaque de componer con el diario en la mano-. Es así como a través de las canciones (o del diálogo con el público) Jauría levanta la bandera de los pueblos originarios, del ateísmo, de luchadoras anarquistas, también del esfuerzo por combatir el abandono animal a partir de la colaboración con la ONG Patitas de Perro; siendo así coherentes con la constante referencia perruna que Ciro mantiene presente en toda su carrera y que hace que nos convenza de que, si la reencarnación existe, Ciro vuelve peludo, en cuatro patas y a los ladridos. Párrafo aparte para la valoración del inquebrantable luchador Agustín Tosco, para la cual la banda salió al momento de los bises vestidos con el mameluco azul que inmortalizara el sindicalista, dispuestos a interpretar la canción que lleva su nombre mientras su imagen contemplaba, igual de inclaudicable que siempre, desde la pantalla lateral. "Si no saben quién es, búsquenlo en San Google" dijo Ciro, justo en la tierra que vio nacer y luchar al incorruptible caudillo. Luego del cierre, con el tema que define al combo como despedida (obvio, el tema se llama La Jauría), fueron más las certezas que nos llevamos que las dudas con las que llegamos.
Una buena banda para ver en vivo, que se encarga de reivindicar cuestiones que por lo menos alguien debe seguir llevando en alto, y con mucho espacio para crecer por delante, siempre y cuando en el futuro sean capaces de integrar los talentos y las perspectivas del resto de sus integrantes, y de esa manera poder ser menos Attaque 77 y mucho más Jauría.
Crónica: Luis Parodi
Fotos: Pablo Gaute Cholka
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