Facebook: facebook.com/elsotanorock
e-mail: radio@elsotanorock.com.ar

miércoles, diciembre 14, 2011

Revolution Fest – Captain Blue XL – Córdoba – 09/12/2011


El festival de la ideología

El tiempo pasó volando hasta llegar a la hora de inicio del recital. Es que todos los días se pasan rápido últimamente y es vital aprovechar noches como ésta. La revolución adopta formas, colores y hasta sabores particulares, en un mismo lugar, con gente delirando, al ritmo de un solo sonido, el mismo que fue repartido entre las bandas que compartieron el escenario del Captain Blue.

Cuando las calles del abasto todavía no mostraban el caos particular de las noches de fin de semana, hacia su presentación una de las bandas locales, Jotes. Con solo unos meses de vida este grupo  se caracteriza por adaptar clásicos históricos de distintos estilos, épocas y lugares a los ritmos del punk rock. El show se extendió poco más de media hora, para luego de los preparativos correspondientes, darle  lugar al histórico trío cordobés Código Morse. El mismo venia del gran festejo por sus 15 años de existencia hace casi un mes atrás y se dispuso a tocar con la prolijidad característica. Es así, el ensayo se nota en el escenario y las “morsas” lo demuestran en cada presentación. A ellos también les tocó un espacio de tiempo similar al de sus coterráneos de Jotes. Ya pasadas las diez y media de la noche los movimientos en las tablas presagiaban que el plato fuerte del festival estaba a punto de ofrecerse al público sediento de pogo punkrocker.

Con una potente introducción (tan violenta que acabó con una de las cuerdas de la guitarra de Joxemi) hizo su aparición No Relax.  La banda que reúne a dos de los miembros de la mítica Ska-P en viola y bajo, no dió lugar a respiro, una poderosa avalancha de rápidos acordes dejaban en claro la fidelidad al estilo. La enérgica vocalista (Micki) se la pasó reverenciando al público cordobés con un notable carisma.  La cantante de origen italiano también le dedicó unas palabras al tradicional coctel mediterráneo, el fernet con cola. Un paso exitoso de esta agrupación que por primera vez se presentó en esta ciudad.

Pasada la medianoche Jauría comenzó con su 
espectáculo haciendo frente a una concurrencia inagotable. La agrupación liderada por Ciro Pertussi (ex Attaque 77) salió a escena con máscaras de perros, que luego del primer tema se apuraron en quitárselas.




Un recorrido por clásicos de Attaque, mezclados con el toque obrero que siempre caracterizó el discurso de Ciro, fueron los pilares del show. No faltó el merecido homenaje al gran Agustín Tosco, que aparte de la canción hecha en su memoria, constó de imágenes del sindicalista en pantalla gigante, mezcladas con otras del che Guevara.

La cumbre del recital asomaba en forma de fiesta, y el ska se hizo presente de la mano de los españoles de The Locos. El Pipi (también segunda voz de Ska-P) fue el anfitrión que constantemente incitaba a la arenga y al baile del público que respondió positivamente. 


Un espectáculo que marcó el perfil ideológico de la banda dirigido al odio hacia los Estados Unidos y al apoyo de la revolución de los trabajadores. Cerca de una hora de canciones de protesta le dieron el cierre a la noche en que los grupos principales le rindieron honor al nombre del festival. 

Crónica: Claudio Vera
Fotos: Noelia Peirano

0 comentarios:

martes, diciembre 06, 2011

Festivago – Comedor Universitario – Córdoba – 02/12/2011


BUENA ONDA

Llegó el viernes a la noche y con la barba más que crecida, me fui al Comedor Universitario a ver a Onda Vaga en una nueva presentación.


Por diferentes medios y entre otros las redes sociales, se venía anticipando el Festivago en Córdoba, fiesta organizada por los chicos de la banda      
uruguaya, la cual ya nos tiene acostumbrados a buenas noches de música acústica. 
En el show se presentó, si se puede decir un formato diferente, que era el objetivo del festival. Junto a Onda Vaga, que fue la propuesta más fuerte del espectáculo, tocaron sobre el mismo escenario “Los Campos Magnéticos” y “Michael Mike”.



La cosa es así… Alvy Singer y Rubin son parte de Onda Vaga, y con un integrante más, Nacho Rodríguez, conforman Los Campos Magnéticos. Esta banda es el resultado de un estudio y traducción de canciones de amor de Stephen Merritt, (cantautor neoyorkino). Una especie de tributo, se podría decir, a Magnetic Fields, porque tocan y cantan sus temas en nuestro idioma. Propuesta interesante para los amantes de las canciones de amor ya que su repertorio principalmente está compuesta por ellas.


De alguna forma y poniéndome de cabeza a lo que venía describiendo, paso a hablar de Michael Mike, una banda rock-techno-rap. Bata, guitarras eléctricas, bajo, y tres teclados con mucho Power que le dan un buen estilo. MM está conformada por Coto, Cuca, El Logia Negra, Jean Deon, Pedro, y Marcos Orellana y Tomás Gaggero, estos últimos integrantes de Onda Vaga también. Esta banda electro ya tiene 3 discos, los cuales se pueden descargar gratuitamente de su página oficial. Tocaron un variado repertorio, para mi gusto son geniales… por ahí sí, algunos hippies o rastas quedaron descolocados pensando en lo que es Onda Vaga, pero el público supo acompañar esta movida.
Pasada las 2 de la mañana, ya armado el escenario para Onda Vaga por sus respectivos plomos, subieron estos chicos que se unieron o surgieron en Cabo Polonio, Uruguay tocando en bares locales (aspectos mencionados en una anterior nota). El público gritó su ingreso, esperando saciarse bailando y escuchando sus canciones. Noté gran diferencia a otros recitales de la banda en lo que es arreglos y toques en los temas, lo cual dio un condimento especial a la fiesta  potenciándola.
Una vez más Onda Vaga dejó más que satisfecha a su gente, expresándole al final que nada dura para siempre y no existe la eternidad, para poder terminar de tocar, y obteniendo así un buen resultado en su primer Festivago en Córdoba. Sólo queda esperar a la promesa de su regreso el año que viene para pedir una canción más.






Crónica: Raúl Ismael Isa
Fotos: Matias Vercelli

0 comentarios:

miércoles, noviembre 16, 2011

Pearl Jam - Estadio Único - La Plata - Argentina - 13/11/2011

SIGUE ROCKEANDO EN EL MUNDO LIBRE

Cuando los últimos acordes de Yellow Ledbetter (el tema que, desde hace algún tiempo, Pearl Jam eligió para cerrar sus shows) todavía dejaban su estela en el aire, un pensamiento invadió de manera casi empática a las ¿más de 60 mil? personas que colmaron el Estadio de La Plata: “la puta, ojalá no vuelvan a pasar 6 años para volverlos a ver”. De alguna manera, podemos estar casi, casi seguros de una cosa: los integrantes de la banda seguramente pensaban algo parecido.

Mucho se ha hablado en este último tiempo acerca de la actitud del público argentino frente a los shows de bandas internacionales, y también de la actitud de dichas bandas para con el público. Si bien muchas veces puede ser acertado el tildar de demagogia algún gesto congraciador de alguna banda y/o solista para con el público de nuestro país (como la consabida camiseta de la selección, o el “son el mejor público del mundo”), la comunión vivida entre banda y público el pasado domingo en La Plata tuvo innegables ribetes de autenticidad. No se trató para nada de una marea humana tratando de ser más protagonista del recital que la banda misma, y los gestos de retribución desde arriba del escenario nada tuvieron que ver con el “tribuneo”. Se trató de 3 horas donde ambas partes, banda y público, se entregaron mutuamente lo mejor de sí.

La interminable fila de la autopista hizo que no fuera posible asistir al show previo de X, la banda a la cual los Pearl Jam le tributaron una especie de “rescate emotivo”, eligiéndolos para abrir los shows de esta gira latinoamericana. La distancia desde el escenario hasta los ojos de este observador también hizo que muchos pequeños detalles pasaran desapercibidos (como la remera de Ramones que Eddie posó sobre uno de los retornos ni bien empezado el recital). Lo que fue imposible de captar fue la sorpresa que causó la apertura del show. Cuando uno piensa en un recital de una banda del calibre de Pearl Jam, y con un muy buen último disco para presentar, uno presupone que salen a patear cabezas de entrada, a mover a la multitud como para que vean lo que se viene. Pero no, ellos no. Ellos abrieron con Release, el desgarrador tema que abre su primer e histórico disco, Ten. Una vez que el tremendo vozarrón de don Vedder llenó la inmensidad del Estadio Único, ahí supimos lo que se nos venía encima. Fue también en ese momento cuando caí en la cuenta de que la credibilidad que Pearl Jam ostenta en el mundillo del rock no tiene que ver solamente con las decisiones que fueron tomando a lo largo de su carrera. Tiene que ver con su falta total de pose, con su austeridad escenográfica, con el no necesitar de radios comerciales ni canales de videos para transformar éxito en leyenda. Con la sincera emoción de Eddie al recordar a los Ramones antes de pedir prestado su I Believe In Miracles, o el agradecimiento a un público que no dudó en expresar su amor incondicional (“Quizás la próxima vez nosotros les tenemos que pagar a ustedes” dijo el frontman después de una interminable arenga del público).

En cuanto al setlist que los PJ armaron para la ocasión, impecable. Es cierto, en shows de esta magnitud siempre suelen quedar clásicos o favoritos personales que se extrañan y se piden a gritos. Pero, créanme, en estas 3 horas de recital fueron muy pocos. Incluso se tomaron el atrevimiento de, además del homenaje ramonero, citar a “un tal Roger Waters” para una emocionante e inesperada versión de Mother, el clásico floydiano que seguramente sonará interminables veces en marzo desde el Monumental. Entre los momentos más altos del show se puede citar una orgásmica versión de Even Flow (con un Mike McCready prendido fuego en un interminable solo), la intimista versión del futuro clásico Just Breathe, sólo con Vedder y el tecladista Boom Gaspar, y la fusión entre público y banda en temas como Black o Last Kiss.

El final llegó (lamentablemente, en algún momento tenía que terminar) con todas las luces del estadio prendidas, y a puro coreo con Keep On Rockin´ On The Free World, y la ya citada Yellow Ledbetter. Con el convencimiento de que queríamos más, pero que de igual manera quedaba ya muy poco por entregar, de ambos lados del escenario. La multitud partió, algunos con una sonrisa guasonesca en sus caras por lo que acababan de vivir, otros con la piel todavía erizada por lo que les tocó sentir. ¿Qué cómo sé que los miembros de la banda tampoco quieren esperar tanto para volver por estos lados del mundo? Les dejo como cierre lo que posteó el bajista un par de días después del show en el facebook oficial de PJ (no, no es peronista, en http://www.facebook.com/PearlJam):

From the stage, the best crowd/show of all time, an acid trip of Argentinian passion. Hard to explain not only what we were seeing but what we were feeling....first time in a long time that I couldn't sleep after a show.
Still processing it....
--Jeff Ament

“Desde el escenario, el mejor público/show de todos los tiempos, un viaje en ácido de pasión Argentina. Difícil de explicar no sólo lo que estábamos viendo, sino lo que estábamos sintiendo… la primera vez en mucho tiempo que no puedo dormir después de un show.
Todavía lo estoy procesando…”
--Jeff Ament


Crónica: Loco Parodi
Fotos: Facebook oficial (http://www.facebook.com/PearlJam)

 

0 comentarios:

jueves, noviembre 03, 2011

Dancing Mood - Captain Blue XL - Córdoba - 29/10/2011


DE HUMOR PARA BAILAR


El sábado pasado recordé por un minuto las épocas (bastante lejanas ya) en las cuales comenzaba este camino de ver bandas en vivo, y si por esas casualidades mi abuela estaba en casa en ese momento, inevitablemente me preguntaba si me iba “a ver una orquesta”.

Esta noche, le hubiera dicho: “Sí”

Lo primero que me impactó tras pasar el férreo cordón de cacheo policial en el ingreso al galpón del XL, fue la cantidad de gente. Sinceramente, nunca había visto ese local (que pese a sus deficiencias de sonido, y viendo que la Vieja Usina posiblemente pase a convertirse en un nuevo paseo-shopping, es de lo más grande que puede aspirar una banda que toque en Córdoba, dejando de lado al Orfeo) con una cantidad semejante de gente, que luego de mi ingreso siguió incrementándose hasta, según se dice, agotar la cantidad de entradas dispuestas para la ocasión. La sorpresa fue más grata aún, porque lo que esa marea de gente venía a presenciar era a una banda fundamentalmente instrumental, que venía a presentar su flamante disco triple. Si existe una combinación más anticomercial en términos de mercado, me avisan. Por suerte (o por calidad, o por algún otro factor), la gente respondió con creces a la arriesgada apuesta de Hugo Lobo y los suyos.


Justamente, nombrando al trompetista y líder de la agrupación, se pudo ver a un frontman totalmente agradecido y muy locuaz con el público (lo que me llevó a generar la hipótesis de que el hecho de no cantar le permite tener la garganta intacta para sus intercambios con el público). Frontman que llevó adelante a una numerosa, talentosa y ajustada big band, que por espacio de más de 2 horas paseó al público presente por muchas (o casi todas, o todas) las variantes de un género cincuentenario como el ska puede ofrecer. Para cumplir con esto, a la trompeta de Lobo se sumaron una flauta traversa, una armónica, dos saxos y tres trombones (entre los cuales estaba el del ilustre invitado especial Fernando Alvareda, cuyo nombre nos suena de tanto nombrarlo Vicentico antes de los solos de trombón de tanto hit Cadillac), conformando una primera línea de vientos. En la parte trasera de la disposición escénica, pero obviamente no menos importantes, la banda se completó con dos tecladistas, batería, bajo, guitarra y percusión.


Para ponerle un moño de lujo a este terrible combo sonoro, se llegó hasta Córdoba la espectacular Deborah Dixon, que con su vozarrón le puso alma a las canciones cantadas que Dancing Mood eligió mostrar en la noche del sábado, distribuyendo dosis de fuerza y dulzura, en cantidades y momentos exactos.

No habrá en esta crónica listas ni nombres de temas (se me hace muy difícil retener nombres de temas instrumentales, lo que me lleva a la pregunta de ¿cómo se hace para ponerle nombre a un tema sin letra? Pero eso es terreno para otra discusión).  Lo que sí puedo relatar es la entrega de la banda, advertida desde el mismo inicio del recital por su líder (“miren que vamos a tocar mucho, después van a querer que nos vayamos” o algo por el estilo),  entrega que a su vez fue replicada desde el público, que se bancó estoicamente la hora de espera entre la primera y la segunda parte del recital, espera que se prolongó por problemas de electricidad en el sonido, sin que un alma abandonase el recinto. Hecho este, que propició que Hugo se prodigara aún más en sinceros agradecimientos al público que se quedó hasta el final.


Final que, con la sucesión de hits que la big band argentina entregó, convirtió a la larga pista del Captain Blue XL en una inmensa pista de baile cuasi coreografiado, de miles de personas hipnotizadas  por el ritmo y el color del ska.

Crónica: Loco Parodi

Fotos: Matías Vercelli

0 comentarios:

domingo, octubre 30, 2011

Tonolec - Teatro Real - Córdoba - 19/10/2011


SUSURROS ANCESTRALES


Había una vez una selva donde se levantaban algarrobos, vinales, chañares, itines, garabatos y raíces, que desmenuzaban la tierra y la abonaban; entonces, las hojarascas fabricaban el mantillo que protegía el suelo del calor del verano; además, el paisaje estaba penetrado por lagunas, esteros, bañados y riachos que lengüeteaban cada nido con la espuma en la boca; era un paisaje donde habitaban manchas interminables de lombrices, hormigas, bacterias, pumas, guazunchos,  chanchos moro.
Y estaba el hombre, que hacía un pocito en el suelo para desalentar fantasmas, o afilaba sus armas y salía de caza a medianoche; así, en aquel mágico instante, los pactos milenarios hacían lo suyo: alimentos, abrigo y sueño eterno de los creadores. Una visión posada sobre la noche, que invitaba a la danza y al canto, a la celebración de los teros y los zorzales.

Tonolec, también conocido como caburé, evoca un ave del monte chaqueño que con el canto hipnotiza a sus presas. Y eso es lo que pasó en el escenario del Teatro Real el pasado miércoles, cuando el dúo electro-folk-étnico que lleva ese nombre no hizo otra cosa que atraer, convocándonos a los presentes a un rito antiguo y moderno, tribal y a la vez, universal; en plena mitad de semana y a teatro lleno. 

Cuando el dúo compuesto por Charo Bogarín y Diego Pérez está sobre las tablas, a uno le brota agua desde los pies, las manos se vuelven mapas misteriosos de espinas y matorrales y la cara se agrieta de tanto sol bien amado, de tanto caminar en solitario. Tonolec toca, canta, actúa, llora, ríe y desnuda un alma ancestral, que hermana mundos que podrían parecer –a simple vista- muy distintos. Allí es donde Tonolec acierta y conmueve: cuando los silencios dicen más que los sonidos, cuando las letras, repetidas, adquieren un sentido que les devuelve el color, el sentimiento y la sabiduría a unas canciones que resbalaron por la coqueta Sala del Real como serpientes que pelean para no extinguirse. 

Desde el primer momento (22:15), cuando sonó “Lamentos”, la tierra abrió su gran boca para llevarnos de un solo mordisco. Tonolec es una formación que armoniza el sonido electrónico con la música folklórica o de la cultura toba, y nos remite necesariamente al paisaje, y a los ciclos naturales e históricos del Chaco. Porque cuando Charo le habla a su público revela lo que han venido a poner en esa botella lanzada al Pilcomayo: les habla a los niños y los arrulla con su voz y se deja arrullar por una “Canción de cuna” que la mima desde la memoria, invita con su dulce voz a los enamorados, estremece cuando describe la belleza de los años, o invita a revelar todos los secretos al abrir sus brazos, y danzar. Y así enroscarse plácidamente en nuestra piel.

Y le queda tiempo para homenajear a la mujer y su valentía. Con una mirada que penetraba hasta el desvelo,la cantante citó el coraje de su madre que perdió al compañero durante la dictadura. 

Y todo parece tener sentido: detrás de la conmoción hay una recurrencia de la historia, una sistemática y aberrante rueda impune. Primero fueron los antiguos dueños de las flechas, después el gaucho (rescatado puntualmente por la Bogarín como un combativo personaje de nuestro mundo rural precapitalista) y, finalmente, sus descendientes de clase, explotados, perseguidos y asesinados. La lógica macabra del blanco cabrón: bala mata magia, bala mata facón, bala mata ideas. Bala mata naturaleza. Bala mata.

Y esa historicidad es recurrente en la obra de Tonolec. Porque su laburo es un órgano vivo que comenzó a hurgar en la lengua qom desde  su primer trabajo (Tonolec, 2005), buscando allí los orígenes,su identidad como músicos. Una identidad que fue ampliándose a partir de su segundo disco (Plegaria del árbol negro, 2008), donde comienzan a versionar a autores de nuestro folclore, hasta incorporar composiciones del cancionero popular latinoamericano en su último trabajo (Los pasos labrados, 2010).

La exquisita mixtura tiene como segundo pie a Diego Pérez, un músico versátil que desde los teclados o la guitarra es coautor de una construcción sonora que se genera minuciosamente. Desde sus acordes aparecen los bramidos de la mitología chaqueña, la oscuridad del cielo, el paisaje y sus insectos. Electricidad y canto toba, sonido envolvente y chacarera, milonga, copla, pero nada ajustado a cánones tradicionales. Por el contrario, las tramas maquinadas se vuelven viento, estampida de pájaros, quietud del alba, espíritu libre.

En el escenario -acompañados por Lucas Helguero (La Bomba de Tiempo)- deshojaron temas de sus tres discos: “Techo de Paja”, “Plegaria del árbol negro”, algunos clásicos del folclore como “Antiguos dueños de las flechas (Indio Toba)” de Ariel Ramírez y Félix Luna, “Zamba para olvidar” de Daniel Toro o “El cosechero”, de Don Ramón Ayala, versiones en lengua toba como “Cinco siglos igual”, de León, o perlitas como “La Luciérnaga”, dejada para el gran final. En cada una de esas canciones, Tonolec reflejó un Universo propio, un lenguaje particularmente enigmático.

Como si cada una de esas canciones hubiera sido susurrada durante siglos.


Texto: Luis Funes

Fotos: La web

0 comentarios:

miércoles, octubre 26, 2011

Dancing Mood presenta su nuevo álbum triple Non Stop


Hugo Lobo y su big band estarán el próximo sábado en Córdoba, presentando el fruto de tres años de intenso trabajo materializado en tres discos que logran de alguna manera sintetizar el legado histórico de 50 años de Ska, el ritmo que atraviesa las más de 3 horas y media de música que representa Non Stop, en donde se contrastan sonidos vintage, lovers, de virtuosismo instrumental y ritmos contagiosos, coloridos arreglos orquestales junto a una variada selección de invitados convocados especialmente para la obra.

Estos discos son el resultante de la visión musical de su líder, quien se propuso hacer una labor de reconstrucción del legado histórico de la música Ska,  proyecto que justificó el viaje de este músico argentino al Reino Unido, para unir las piezas de este rompecabezas histórico-musical, enlazando la prehistoria de la música jamaiquina con los nuevos talentos como Gaz Mayall (Trojans/Gaz´s Rocking Blues e hijo del padre del Blues blanco John Mayall) y la joven voz de Georgia Ellis (hija del Padrino del Rocksteady, Alton Ellis),  revisitando cada era que ha conocido el ska en sus 50 años de vida. 

Dancing Mood estará este fin de semana presentando Non Stop, el sábado 29 de Octubre a las 23 hs en Captain Blue XL, Córdoba. Las entradas anticipadas están disponibles a un valor de $40 en Edén y Locuras, y a $50 en la puerta.

El resto de la gira de Non Stop recorrerá el país de la siguiente manera:

Viernes 4 de noviembre en Rosario
Sábado 5 de noviembre en Rosario
Viernes 11 de noviembre en Chaco
Sábado 12 de noviembre en Entre Ríos
Sábado 26 de noviembre: SHOW SORPRESA
Domingo 27 de noviembre en Mendoza
Sabado 10 de diciembre en Niceto junto a Movies (Brasil)

Te dejamos, para ir calentando motores, el corte de este ambicioso trabajo, y tema que le da nombre a los discos: Non Stop. Disfrutalo.



Ah, y no te olvides, después del show, de leer la crónica de todo lo que pasó en el recital y las mejores fotos, cortesía de El Sotano Rock.

0 comentarios:

viernes, octubre 21, 2011

Deep Purple - Orfeo Superdomo - Córdoba - 18/10/2011





Viejo es el viento, y sigue soplando...


Muchas veces nos preguntamos, al ver bandas como los Rolling Stones, AC/DC o Aerosmith, cuál es el límite de edad en el que una persona puede seguir siendo una estrella de rock sin caer en el patetismo. En la anterior visita anterior de Deep Purple a tierras cordobesas, pareció vislumbrarse una temprana fecha de vencimiento para estos héroes del hard rock, fundamentalmente para su cantante Ian Gillan, quien además de la pinta de abuelo dominguero que ya portaba, dejó escuchar una ronquera y una endeblez notable en su voz. A partir de ahí, se multiplicaron los comentarios de “este viejo no puede cantar más” y similares, y creció también la expectativa y la incertidumbre cuando se anunció una nueva visita de la banda a Córdoba.

Casi de más está decir que las dudas quedaron inmediatamente despejadas luego de los primeros acordes de Highway Star, el legendario tema que los crecidos muchachos eligieron para abrir su show en el Orfeo, y Gillan apareció desde la austera escenografía (apenas un telón de fondo con una imagen del Partenón y el logo de la banda) para comenzar a hacer vibrar al público presente durante alrededor de 1 hora y media de repaso por los clásicos que hicieron a Purple un gigante de todos los tiempos en materia de Rock and Roll. De todas maneras, cabe aclarar que el volumen de los instrumentos por momentos parecía estar demasiado al frente con respecto a la voz del experimentado frontman, quizás en un intento por cuidar sus cualidades vocales (recordemos que es una larga gira y que pese que se la banca, tampoco debe estar para deshilacharse la garganta en cada noche), o también por tapar cualquier bache o imperfección que pudiera surgir de su interpretación

Ya que hablamos de los instrumentistas, es sabido que este apartado ha sido siempre un punto alto dentro de la esencia de Deep Purple. Ya no están Ritchie Blackmore y Jon Lord, los encargados de aquellas épicas batallas instrumentales, a pura técnica entre guitarra y teclado, pero sus reemplazantes han demostrado ser más que aptos para ocupar ese lugar. Presentados por Gillan como el “aviador” Steve Morse y el “increíble” Don Airey, ambos tuvieron el acostumbrado lugar para su lucimiento personal, esos pasajes donde los spots se centran sobre su figura para que desplieguen todo su arsenal, animándose incluso a incluir pasajes de otros artistas en medio de esa avalancha de notas, como el fraseo de Sweet Child O Mine que sacó a relucir Morse, o la intro de Mr. Crowley y el ya acostumbrado pasaje de Adiós Nonino que Airey ejecutó desde su interminable marea de teclas. Un escalón más abajo en virtuosismo, pero más arriba en onda y presencia escénica estuvo el inoxidable Roger Glover al bajo, con su inconfundible pañuelo en la cabeza y permitiéndose también un breve espacio para el lucimiento personal, mientras que el “nono” Ian Paice apuntalaba toda la maquinaria sentado tranquilamente en su batería, casi como un jubilado rockero que saca la reposera a la vereda para ver a la gente pasar, pero con un terrible sentido del ritmo que, aunque austero en movimientos grandilocuentes, sonaba como una patada en el pecho cada vez que se lo propuso.

De todas maneras, la primera sorpresa al ingresar al Orfeo fue encontrar la pista totalmente cubierta por butacas, seguramente orientado a que el público de la banda sería de una franja de edad similar a los que estaban arriba del escenario. Y si bien en cierta parte fue así, la verdad es que los imperecederos clásicos de Purple posibilitaron la concurrencia desde señores de 60 para arriba con sueter al hombro, hasta chicos de 11/12 años, seguramente haciendo sus primeras armas en esto de ver una banda de nivel internacional en vivo. Entre estos extremos, gente de una gran diversidad de edades se llegó hasta el recinto, llamando bastante la atención que las ubicaciones que estuvieron colmadas fueron las de las habituales plateas con las que cuenta el estadio, mientras que las butacas ubicadas en el campo estuvieron en un poco más de 2 tercios de su capacidad. 

 
La mayoría de la gente disfrutó, sentada o parada en el lugar, hasta el momento del universal Smoke On The Water, que generó la explosión de la gente que se levantó y corrió para hacerse partícipe en el lugar disponible frente al escenario, situación que siguió de la misma manera tras el poco creíble amague de final de recital y la avalancha de clásicos que sobrevinieron después, terminando a toda máquina con Black Night, tema que pareció a pedir de boca del público argentino, tan adepto a corear los riffs de guitarra como si fuesen himnos. Obviamente, no iban a dejar pasar la oportunidad de hacerlo con uno de los verdaderos himnos de esta leyenda, que una vez más, escribió un nuevo renglón de su historia en Córdoba.

Crónica: Loco Parodi

Fotos: La web

0 comentarios: